De lo que pasó la noche anterior lo recuerdo vagamente… Sólo sé que alguien dio explicaciones por mí.
Estábamos en una de las clases. Había pasado ya una de las semanas de este concurso y la verdad que me dolía verdaderamente no participar. Aunque hubiese ayudado a gente o hubiese podido cantar y tocar todo lo que mis manos me dejaban.
Estaban diciendo una de las tareas que nos mandaban de vez en cuando mi móvil vibró. Mira a Ortcher que estaba dos sillas para allá, pero fue en vano porque ella no me hablaba. Ella no me había mandado el mensaje.
Salí de clase, ya que para mí algunas no eran obligatorias, algo positivo o negativo dependiendo de dónde lo miraras y saque mi móvil.
— ¿qué hace esta….
Entonces me llegó otro mensaje. Tenía puesto el wifi gratis que podíamos utilizar y una de las aplicaciones de mi Smartphone me avisó. Esta vez no era un mensaje como los de antes.
Era de la aplicación gratis.
¿Qué te pasa? He tenido que salir de la clase.
Le pregunté.
Necesito ayuda, no puedo seguir con esto.
Pero dime algo.
Es que no puedo más. Todo lo que veo a mí alrededor es negativo. Nada me motiva. Estoy sola… Solo te tenía a ti y te has ido.
Empecé a morderme el labio y a aguantarme las lágrimas.
Una amiga del intercambio que en nuestro instituto hicieron vino a vivir aquí y como yo era la única que hablaba más o menos bien en inglés, (y también porque nos llevábamos de p**** madre, perdón por la expresión) congeniamos muy rápido.
A ver tranquila. Le dije mientras empezaba a andar y a hacer respiraciones. Sé que es pasar por eso e incluso estuve a punto de ingresar en esos centros en que te aíslan del exterior y puedes recuperarte. Ahora ella estaba sola, triste, sin vida.
De repente mi móvil empezó a sonar y el estribillo de I’ve got you sonó. Empecé a maldecir en inglés.
— ¡Esta estúpida canción tiene que sonar en este estúpido momento, ¿verdad?!— respiré y lo cogí. — Soph?
Empezó a llorar en mi oreja y yo tuve que apartarme el teléfono para que no me oyera hipar del llanto. Estaba rememorándolo todo.
Sin querer le di al altavoz y se escuchó por todo el pasillo sus llantos. Colgué. Fui cobarde y colgué.
Entonces, alguien salió del aula. Miré a Ortcher y entonces no pude contenerme.
— Ha vuelto a pasar. Ha vuelto a pasar… ¡Otra vez! — sí. Hablaba en inglés me había acostumbrado en una semana.
— ¿qué ha vuelto a pasar? — Ortcher me hablaba en castellano.
— He recaído. No sé cómo ha pasado…
— ¿qué has qué?
— Me… me… me ha llamado Sophie y ha empezado a llorar y decía que estaba sola… y que ya no veía nada positivo y… ¡Corre llámala! ¡Cooorre!
Ortcher le dio a la rellamada.
— Sophie no hagas nada estúpido. Todo tiene solución.
— ¿Nath?, ¿eres tú? No sé qué ha pasado… No recuerdo nada…. Estaba yendo hacia el lavabo, había sangre y…. de repente me encontré en el suelo convulsionando.
— ¿qué? ¿Hablas en serio?... — entonces recapacité. — ¿De dónde venía esa sangre?
— Eh… yo… No te enfades ¿vale?
— Si me tengo que enfadar, me enfadaré, tu solo dime de donde venía….
— Me he cortado… ¡Pero sin querer! ¡No lo he hecho a propósito! ¡De veras! ¡Ya no lo he pensado de nuevo!
Suspiré y volví a resbalar por la pared.
— En seguida te llamo, vale Soph?
— Espera. — me cortó. — Quiero que sepas que saldré a delante. Tú no hagas nada. No te muevas de donde estas, estés donde estés, que sé que es secreto. Lo haré por ti y como tú. Te quiero Natalia. Has sido una gran ayuda…
— ¡Sophie! — grité. — Sophie dime que no has colgado. Esto está sonando como una despedida. ¡Sophie!
Sophie no contestaba. Empecé a hiperventilar, a pegar patadas al aire.
— Sophie, escúchame bien. Óyeme bien porque sé que me estas escuchando. Si de verdad me estás diciendo esto, ya has dado el paso. A mí también me costó. Sé que no es el momento, y que dije que algún día, podría explicártelo mejor, pero… ¿sabes qué? Te lo voy a explicar. Porque me hizo bien. Sí que entré en rehabilitación.
Ortcher se sorprendió. Mentí a todo el mundo. Incluso a Ortcher. La miré a ella y le susurré un: lo siento. Con la cabeza cabizbaja.
— Bueno no es rehabilitación, porque no me rehabilitaron. Era como un campamento. ¡Me tuvieron sin Internet! — exageré para quitar un poco de hierro al asunto. — ¡Tú sabes qué es eso para mí¡ Sin twitter…
Hubo un momento de silencio y ahí supe que tenía que explicar todo ese mal trago.
— Sé que parece irreal que con 17 años… bueno, 18 años entrara. Pero fue una de las cosas más positivas que hice en mi vida. No es como te lo pintan de malo. O cruel. O al menos para mí. Las personas no te trataban como si te fueras a rompes. Como si fueras un loco de cristal. Eran… como… bueno, como si fueran conocidos que te los encuentras por la calle y te dicen un Hola, qué tal está usted esta mañana?! Me aislé completamente del mundo. Conseguí en dos semanas, lo que no había hecho durante medio curso. ¡Incluso me dieron clases! Empecé a ver el mundo de otra manera. ME enseñaron a no esconderme detrás de la música o detrás de… No sé. Aunque lo primero que hice fue darme cuenta de que no estaba bien y que, aunque pareciera que era irreal, que eso no era posible, que no podía pasarme a mí una cosa como esa, estaba pasando. Y no me dio vergüenza pedir ayuda. Estaba deprimida. Era joven y estaba deprimida. Veía como el mundo se caía sobre mi. Como los muros se hacían más y más altos y no conseguía nada… Así que, sé que me estás oyendo. Ahora mismo, vas a coger el puto teléfono… sin colgarme, claro, coge tu móvil roto que para algo todavía llama, y marcas el número de mi madre. Ella te dará todo los datos. Y te repito, no es ningún centro de locos. —rodé los ojos. — Es como un campamento. No llevas bata ni nada. Es genial, en seiro, conoces gente increíble y lleváis como una ropa de boy scout. Y quiero que, por mucho que te digan que no lo hagas, que te acuerdes de mí, y de estas palabras. ¿Vale?
Ester me miraba como si me hubiese salido otro cuerno.
— Y ahora, tengo que colgar. Me vas a llamar todos los días… Bueno, al menos me mandas mensajes que son gratis, y me vas a explicar cómo vas, ¿vale? Porque no creo que seas capaz de lo que yo hice, pero al menos, da el paso. Pide ayuda. Se sincera contigo misma. No cometas el error que hice yo de perder medio año pensando que eran alucinaciones mías, o que estaba exagerando, ¿vale? Y si te pasa algo, mira el puto tatuaje que un asqueroso día me hiciste hacerme y que tú también tienes. ¿Vale?
— Te quiero, Nath.
— ¡No me digas eso que parece una despedida!
Todos reímos.
Espera un momento.
¿Todos?
— Qué coño estáis haciendo aquí?
— No te has dado cuenta de que hemos estado detrás de la escalera?
— ¡No!, porque estabais detrás de la escalera y no os he visto. — me quejé a Tom.
— ¿Quienes son esos? — me preguntó Sophie.
— Si te lo digo no te lo creerás, así que te diré que estoy soñando.
— Vale, ¿qué te has metido ya? — me preguntó Sophie.
— Adrenalina positiva, nena.
Se rio y entonces se despidió. Colgué.
— ¿así que no te fuiste de vacaciones? — me preguntó Ortcher.
— Bueno, se puede decir que sí. Me fui de campamento — y sonreí. Ella me miró mal. — te decía que no entendía nada y que venía que todo podía conmigo y decido irme de vacaciones, así sin más. ¿En serio te lo tragaste?
— Ahora que lo dices, creo que no quise ver lo que de verdad había. He sido una mala amiga…
— Has sido mi amiga y me has apoyado en todo lo que pudiste. Incluso en cosas que no debías. Si yo no di el paso antes, fue cosa mía.
— Así que fuiste a rehabilitación?
— Seee…— me hice la importante y le guiñé un ojo. — ¿y sabes a quien vi? Vi a un tío súper bueno…. Rubio… ojos azules… sí, sí. ME LO TIRÉ. No sabes que bien daba…
— La, la, la, la… — empezó a decir tapándose los oídos.
Yo me reí.
— Luego salí de la rehabilitación. Bueno esa palabra es muy fea, digamos que Salí del periodo de desintoxicación del mundo. Sí, ese es el término.
— Creo que no te han curado todavía…
— ¡Qué no estaba loca! — me quejé. — siento todo lo que dije.
— Siento todo lo que dije. Y siento no haber estado ahí. — me abrazó y yo hundí mi cabeza en su pecho.
— Te he echado de menos. Estos pechitos no son iguales que mi almohada.
— ¡serás tonta!
Hubo un momento de silencio.
— ¿Te acuerdas cuando nos enfadamos tanto? Lo que dije y lo que me dijiste…?
— Bueno, yo me voy a dormir. Mañana tengo una prueba para el concurso.
Thomson se levantó y me tendió la mano.
— ¿Y tú, Ortcher? — dije, mirando a Thomson y estirándome.
— Yo no compito.
Me giré en cámara lenta, con los ojos entrecerrados.
— ¡Claro que compites! ¿Para qué has venido si no? — hice gestos raros como diciendo: “A ver…”
— Pues eso. Cuando te echaron del concurso, como sabía que no podrías ganar, ni formar un grupo ni nada, no molaba eso de estar compitiendo. Me gustaba eso de la rivalidad entre tú y yo y, además, yo sigo queriendo estar en “Something to Figth” y si no conseguías ganar, nunca hubiera banda, ni grupo ni ninguno de tus sueños, así que abandoné.
— Aban… Ab… Abando…— Cerré los ojos y negué con la cabeza, cayendo de espaldas en el sofá. — Espérate porque esa palabra no la aprendí en la primaria. ¡¿ABANDONASTE?! Pero… pero… ¡pero tu estas tonta! ¿Tú te estás oyendo? Vas a dejar pasar esta… ¡Es que no lo entiendo!, explícamelo, porque de veras, que no lo entiendo…
— ¡Te estoy diciendo que lo he hecho por ti! ¡Si tú no estuvieras en este concurso yo no hubiese venido! ¡Yo no soy tan fan como tú! ¡Yo no sueño estas cosas como tú! ¡Yo no valgo para esto tanto como tú! Todo lo que he hecho, venir aquí, hablar en inglés, cantar o tocar una simple cuerda de guitarra, lo he hecho por ti. Porque sabía que nunca darías el paso estando en España. Sabía que Something to figth no llegaría a ninguna parte si tú no te motivabas. ¡Por dios, te conozco como si fueras mi hija, bueno mi hermana! ¡Esto es lo tuyo, por mucho que tú quieras hacer otra cosa!
Lo siguiente que recuerdo es un dolor en mi mano y la cara de asombro de Ester.
Una lágrima cayó de su ojo y empezó a murmurar cosas extrañas.
— Oh, no… ¿qué he hecho? — Empecé a ahogarme con mi propia saliva. — Ester, en serio, lo siento mucho… no sé qué me ha pasado…
— ¡Pues yo sí! ¡Te ha dolido que te digan la verdad! ¡Que no vales una mierda como persona, que lo único que vale es la música, porque si fuera por ti, nadie escucharía tus putas covers! ¡Ah, no perdona, que soy yo cada día metiéndome en vuestra cuenta de Youtube para que veas como las veces que ha sido vista la cover van subiendo! — Ester me miró, y luego me devolvió la ostia.
Me agarré la mejilla y sentí un escozor en ella. Mis lágrimas.
Ella y Thomson se fueron, mientras él me miraba y besaba su frente. Se fue mirándome a los ojos.
Levanté un brazo hacia ellos, pero me derrumbé ahí. Entonces unos brazos negros me recogieron del suelo.
— No sé qué decir…
Y en todo esto, los cuatro miembros de McFly seguían ahí, atónitos a la escena.
— No es necesario que digas nada…— le dije a Kurts.
No sabía dónde meterme.
— Me muero de la vergüenza. De la vergüenza, de la tristeza, del dolor… Todas sus palabras fueron verdad. Todo lo que ha dicho es verdad. Ella es la que me ha estado animando, la que me ha levantado cuando me he caído. Cuando perdí toda noción del mundo ella me mantenía los pies en la tierra. Y ahora, ha venido hasta aquí, ha dejado todo por mí… Y yo se lo devuelvo así… No me merezco todo esto… suéltame…
Kurts no lo hizo.
— ¡Qué me sueltes! ¡¿No lo has escuchado todo?! ¡¿LO QUE HE DICHO?! No valgo nada. Ni siquiera los cuatro mierdas acordes que sé tocar o la mierda voz que tengo. Tuve una mierda de juventud y tendré una mierda de vida porque nunca conseguiré nada en esta puta vida…
Le miré a los ojos a Kurts. Estaban abiertos de par en par.
Se separó de mí. Me tenía miedo. Yo miré sus manos. Las levantó con las palmas abiertas.
— ¡No puedo tener a nadie a mi lado! ¡Todo lo destrozo! Dime… dímelo…—empecé a acercarme a él. — ¡Dime que valgo de algo! ¡¡¡Dímelo!!! — le grité cogiéndole de la camisa, del cuello.
— Sí…— dijo Ortcher.
— ¿Te acuerdas, yo dije: Ella es la que me ha estado animando, la que me ha levantado cuando me he caído. Cuando perdí toda noción del mundo ella me mantenía los pies en la tierra. — la miré a los ojos. — Ester, tú me dijiste una frase que no te diste cuenta, pero me hizo entender que tenía un problema. Que no estaba bien con el mundo. Me dijiste: Esto es lo tuyo, por mucho que te empeñes en pensar en otra cosa. Something To FIght necesita nuevos aires. Necesitas motivación. Más o menos, el día que nos enfadamos, me dijiste lo mismo… Tú fuiste quien me dio ese empujoncito para yo decir: Quiero hacerlo. Sin tu darte cuenta.
Ortcher me miró. En sus ojos vi todo lo que pensó. La culpabilidad de no hacer nada, disminuyó poco a poco y una sonrisa fue pintando su rostro de felicidad.
Me guardé el móvil en el bolsillo y entonces, después de toser teatralmente solté un:
— ¡Se puede saber porque me estabais espiando?!
AVISO
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- MsNathie
- Bueno, que os voy a contar. Soy de España, y me encanta Leer y escribir. Tengo subidos historias por Internet. No soy autora de un gran libro, y de nunguna novela, pero algo ronda por ahí. Bueno, que más deciros. He tenido muchas experiencias, unas buenas y otras malas. He tenido mucha gente a mi lado y gracias a eso he sabido ver en personas lo mucho que pueden cuidar de mi y lo mucho que saben ver en mi. Atentamente, Natt.