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Ésta historia también esta en formato .metroblog.com

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Podeis encontrarla también en fanfiction

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Bueno, que os voy a contar. Soy de España, y me encanta Leer y escribir. Tengo subidos historias por Internet. No soy autora de un gran libro, y de nunguna novela, pero algo ronda por ahí. Bueno, que más deciros. He tenido muchas experiencias, unas buenas y otras malas. He tenido mucha gente a mi lado y gracias a eso he sabido ver en personas lo mucho que pueden cuidar de mi y lo mucho que saben ver en mi. Atentamente, Natt.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Capítulo 30


No puedo creer que ya sea el cap 30! Mi barrera de “demasiado rápido para enamorarse” ha pasado así que... ¡Qué se enamoren! Muchas gracias a las que estáis aquí y deseadme suerte en mi viaje! Ah, que no os conté! Me fui de intercambio a Bielorrusia!!^^ Y de vacas una semana y he entrado en la uni! Muchas cosas, muchas cosas....Mucha suerte con todo, vuestro futuro, novios, familia, amigos... Os veo dentro de poquito!


Alguien picó a la puerta medio abierta y dibujó en su rostro una sonrisa ladeada, rascándose la nuca intentando no molestar.

– ¿Puedes volver al trabajo? Ha venido mi hermana y...

– Sí claro, – le contestó mi acompañante. – no hay problema.

Y le guiñó un ojo.

Me dio una palmada amigable en el hombro y se marchó por donde el otro chico había reclamado su ayuda.

Luego se giró antes de cerrar la puerta.

– ¿Qué te parece si te conviertes en la típica borracha que habla con el barman en la barra?

Me reí i asentí mientras me aguantaba la pesada puerta y pasaba por debajo de su brazo.

– Así que, Bélgica... – susurró mientras hacia cosas con hielos y las chicas le miraban.

– Eres un ligón... – murmuré negando con la cabeza. – Pues sí, ¿te acuerdas aquel concurso del que te hablé? Lo gané. Y aquí me tienes...

– No será que te han dicho que estaba aquí y has querido colarte...

– No te montes tus películas...

Ostras, es verdad. Diario, te presento a Lokah, como le gustaba que le llamaran. Aunque su nombre era Christian.

– Y ¿no me vas a presentar a ninguna amiga? – preguntó señalando con la cabeza a mis amigas.

– ¿No tienes bastante conmigo, mal amigo?

– Hombre, pues no.

Cucha... ¡Te pensarás que me hace gracia!

– Seamos sinceros... He visto como te subían a la sala VIP, luego te bajaban, luego bailabas con tíos que te comían con los ojos... Lo tengo difícil.

– ¡Calla, calla! – me reí, intentando quitarle hierro al asunto.

– ¿Quién es tu novio? A ver, explícame.

– ¡Nada de mi esta noche! ¡Y no tengo novio! – le pegué cuando se acercó. – A que te quedas sin amigas... – le amenacé.

Ortcher me miró, sentada con Tom e hizo señas preguntando que pasaba, si necesitaba ayuda. Tom reía de algo. A gusto.

Negué rápidamente una vez, pero ella se levantó.

– Como hagas daño a la chica con ése cuerpazo que viene por ahí, te mato.

– Joder, con que confianzas hablas ¿no?

Me giré y le miré a los ojos.

– Te aviso.

– Hola. – gritó Ortcher, apoyándose en mi hombro.

– Señorita, por orden de mi comandante, debo dejar de hablar con usted, pero permítame presentarme como el amigo de tu amiga. – y le besó la mano.

– Espero que tu comandante no quiera nada contigo, porque sinceramente, tiene demasiados pretendientes y no me deja ninguno.

Me reí y me encaré.

– Eso me ha dolido, eh...

– Estoy intentando ser como tú. Y mira– señaló a Lokah. – funciona.

Lokah miraba con ojos como platos a Ortcher. Todavía con los labios sobre su mano.

– Y ahora, barman, sírvame un agua.

– ¿Qué tal si le sirvo algo light pero bueno?

– Mientras no me drogues...

Yo estaba alucinando todavía. Ortcher hablando de ésa manera significa que se ha armado de valor o... que ha bebido, lo que creo que son las dos cosas.

– Christian, te presento a Ortcher.

– ¿eres la famosa Ortcher de la que tanto he oído hablar? – preguntó riendo y mirándome. Luego fui a servir a dos chicos. Me miró y me hizo signos para decirme que a las tres acababa su turno.

Luego vino y besó a Ortcher en la mejilla y dijo que llevaba todo el día en el club y que estaba haciendo turnos de amigos pero que a las tres y media salía.

– Hasta las tres, tesoro. – murmuré y le guiñé el ojo.

– Adiós, puerca. – dijo en español.

– ¿Desde cuando has aprendido eso? ¿En español?

– Me lo dijiste una vez... – se hice la víctima.

Negué riéndome y nos fuimos a la mesa donde estaban todos. TODOS.

– Tienes unos amigos muy raros. – comentó Ortcher. – Pero me gustan.

– ¿No querías un rollo de verano? Ahora ya lo tienes.

Rio y Chris, descalza, se la llevó a la pista, donde unos chicos les hacían señas para bailar

– ¿Qué les pasa a mis amigas? Eso no lo hacían...

– La gente crece. – murmuró Tom.

– No... Una cosa es crecer y otra cosa es pasar de tímida a bailar con chicos sin conocerse de nada. Esas chicas de allí. – señalé a Ortcher y Chris. – son las tías más tímidas que te puedes encontrar... Hasta donde yo se.