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Podeis encontrarla también en fanfiction

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Bueno, que os voy a contar. Soy de España, y me encanta Leer y escribir. Tengo subidos historias por Internet. No soy autora de un gran libro, y de nunguna novela, pero algo ronda por ahí. Bueno, que más deciros. He tenido muchas experiencias, unas buenas y otras malas. He tenido mucha gente a mi lado y gracias a eso he sabido ver en personas lo mucho que pueden cuidar de mi y lo mucho que saben ver en mi. Atentamente, Natt.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Capítulo 9


He de avisar que, no quiero meterme en problemas familiares al hablar del hermano de Izzy (que en mi historia es su hermano y puede que este peor de lo que en realidad está, y no quiero que nadie mal interprete mi manera de expresarme ni nada) Así que, si alguien cree que debería cambiarlo, ahora que es el principio de la historia, que lo diga, y cambiaré drásticamente el personaje.



Me levanté. Había sido una noche muy movida. Miré en mi cuarto y no vi nada que fuera a decirme que ése era mi lugar. Era extraño… No sé… hay gente que se lleva hasta sus posters… o fotos… Pero yo no tenía nada puesto. Además, a saber que me harían hacer. ¿Me harían ponerme a fregar? No creo… Alguna sanción, ¿no? Ellos dijeron que no me dejarían irme… Pero ellos no mandan.

Así que me levanté y escuché la megafonía, justo cuando iba a entrar al cuarto de baño.
Tenía una reunión muy importante.

Me duché y bajé al sitio ese que tenía que ir. Estaban todos sentados, con caras serias.

Pero a Tom se le escapó una pequeñísima sonrisa.

Casi no se ve.

Casi no se veía.

Pero yo la ví.


Me senté y cinco minutos vino “Cami”.

— Bueno, empecemos. — dijo el señor que llevaba las riendas ahí.

Después de hablar y que cada parte hiciera su aportación, (me sorprendió que Cami hablara educadamente. Aunque no nos miramos ni una vez.), una voz sobresalió sobre el murmullo bajo que se había instalado en la habitación.

— Cuéntales la historia.

Yo miré a todos lados y entonces algunos ojos se posaron en mí.

—Eso no nos incumbe, Danny. — dijo otra voz y esos ojos se apartaron de mí.

— Pero, aunque no tenga nada que ver, es por eso que actuó así. Aunque no tenga nada que ver, estaba abrumada por su muerte.

— Oye. — interrumpí. — Siento meterme en conversaciones ajenas, pero, si estáis hablando de lo que creo que estáis hablando, no creo que sea necesario.

— Pero…— ahora me interrumpieron.

— No, en serio. — dije yo. — Esa es una historia personal y pendiente que yo tengo que solucionar. No lo voy a poner en mi currículo para dar pena. Estoy aquí por haber agredido a ella. Y ella está aquí por lo mismo. Así que, solucionemos esto, sin importar las cosas.

— No tienes razón. — Alguien habló y entonces una chica salió de detrás de Harry. — ME ha contado que hiciste y porque y eso cuenta. Intentaste defenderle y eso importa mucho.

Empezaron a hablar de que si importaba o no y yo me senté y bufé. ¡Qué discusión! Y entonces, como un ángel caído del cielo, Sam me abrazó.

De repente, todo se quedó en silencio.

— Hola, Sophie. El otro día no te di las gracias como debía. — y me volvió a abrazar.
Y yo, no sé qué me pasó, que no pude hablar.

Le sonreí como nunca había sonreído y le hice una gracia. Él empezó a reírse. Y yo le acompañé.

— Estas llorando. — no era una pregunta.

— No…

— Sí, tus ojos lloran. — volvió a repetir Sam.

Entonces yo llevé mis manos a mi cara y… ¡Estaba llorando! Miré mis manos mojadas, como si fuera algo inusual.

— No… no lo entiendo.

Y miré a Sam. Y lo comprendí todo.

— Es de alegría, Sam. Me alegro de que estés aquí. — y esperé a que me chocara las cinco. Y lo hizo, y muy fuerte. — ¡Eres fuerte!

Se empezó a reír, y yo le acompañando, notado, ahora, como las lágrimas caían.
Y entonces ella saltó.

— Bueno, decidimos quien se va fuera o no.

Todos se pusieron en su sitio y Sam y la mujer se fueron.

Y entonces llegó el momento.

— Sin importar el porqué, agrediste a una de tus compañeras. — Hubo un bufido y no fue de ella— Eso sería la expulsión directa. Pero lo he visto, con mis propios ojos, que no eres una persona violenta y al final, tras mucho deliberar, escuché tu historia.
— Y yo dije que no era necesario. — me quejé. — Lo siento. — era el jefe y yo me quejaba. No es normal…

— Por lo tanto, quedas expulsada del concurso.

Se me cortó el aire.

— Lo entiendo…

— Camila— siguió el jefe. — Agrediste y utilizaste un vocabulario que no es digno de una mujer de tu edad. Aunque yo no debería decir eso… Y también ofendiste a un invitado del grupo. Por lo tanto, tú también estas eliminada.

— Pero. — dijo otro hombre. — Natalia. — dijo mi nombre en español e incluso a mí, me sorprendió escucharlo. Yo siempre me había presentado como Nath, o Nattalie… — sé a ciencia cierta de que lo que hiciste tú sabes que está mal. Y sé que tienes mucho talento. Aunque ahora mismo no puedas tocar mucho. — señaló mi mano mala. ¡Incluso yo me asombré de no acordarme! — Así que, te dejamos quedarte aquí, y ampliar ése talento y demostrar que tienes, pero no podrás optar al concurso. Podrás hospedarte, seguir con la experiencia, hacer todas las actividades, pero no podrás grabar ninguna canción. Ninguna canción que salga al mercado.

— Lo acepto.
Podría haber dicho que era más de lo que yo esperaba. Podría seguir aquí, y me dejarían tocar.

Incluso creo que me perdonaron muchísimo por la cuestión de que yo lo había defendido. Pero no dije nada.

— En cuanto a ti. Lo mismo. No podrás grabar. Nada. Ninguna canción. NADA. Y algunas actividades serán restringidas para ti.

— ¿qué? Y ¿por qué a mí? ¿Y a ella sí?
— ¿Quieres rebatir conmigo sobre esto, Señorita? — le preguntó sorprendido. Luego me miró a mí. Ahí se dio cuenta de todo.

— Bueno, pero igualmente lograré grabar algo.

— No será en nuestro estudio ni en nuestro proyecto. Ni con nosotros. — Y yo me sentí orgullosa de que luego la echara y a mí no.

— Gracias. — le dijo de todo corazón. — Sé que no voy a poder tocar mucho y eso para mí ya es un castigo, pero… Gracias, por dejarme continuar.

— Gracias a ti. Nos has hecho ver que todavía hay gente como tú en el mundo.
Yo me asombré y fui a abrazarle. Luego recordé que era mi jefe. El jefe de todos y sus palabras se clavaron en mi mente y en mi corazón.

Le ofrecí la mano. Él la estrechó y se fue para hablar con otros directivos y pasarlo todo ante notario y demás cosas de papeleo.

Entonces, me noté que alguien me abrazaba y era esa mujer.

— Gracias, has sido muy buena con mi hermano.

— ¿Tu hermano? — pregunté yo.

— Sí, como tú dices, Sam.

— ¡Ah! Me sentía con el deber de hacerlo. — e hice la pose de Super Man. — Por cierto… ¿quién eres?

Entonces, todos se miraron y empezaron a reírse. Yo es que no sabía quién era. Me sonaba pero…

— Sí te digo que a lo mejor me has visto rubia… ¿te dice algo?

— ¡Tocas en un grupo! — grité yo. Me pegué con la palma dela mano en la frente! — Os conocisteis en un tour…

Entonces negué con la cabeza.

— Encantada, prima segunda de Dougie…— le dije en coña. — No, en serio, sé quién eres…
— ah, me había asustado. — Ella me miró— Te conoces mi vida… ¿tendría que sorprenderme? — me preguntó mientras ponía su mano en mi hombro.

Todos nos estaban mirando con sonrisas.

— No. — y me encogí de hombros. — Aunque parece extraño… soy una fan más de McFly. Salvo que a veces mi cabeza no acaba de ir bien y parece que esté con mi familia.

— Somos una familia. — dijo Tom orgulloso.

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