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Bueno, que os voy a contar. Soy de España, y me encanta Leer y escribir. Tengo subidos historias por Internet. No soy autora de un gran libro, y de nunguna novela, pero algo ronda por ahí. Bueno, que más deciros. He tenido muchas experiencias, unas buenas y otras malas. He tenido mucha gente a mi lado y gracias a eso he sabido ver en personas lo mucho que pueden cuidar de mi y lo mucho que saben ver en mi. Atentamente, Natt.

martes, 26 de junio de 2012

Capítulo 29


− Deja de temblar, Natt. – me murmuró mientras me cogía de la cintura y me pegaba a él. – Tan sólo es un baile. – rio.

– no es un baile, Danny. Eres mi ídolo. Me desmayé la primera vez que te vi… y la siguiente. ¿Qué crees que me va a pasar cuando empiece la música?

– ¿qué bailaras y ya está? – preguntó con una sonrisa.

– Imposible. – empecé a reír.

La música empezó a sonar y yo comencé a sentir el cuerpo de Danny balancearse pegado a mí.

– Oh, Dios, Danny…– murmuré mirando nuestros pies.

– ¿qué pasa? –rio, viendo mi cara sonrojada.

– Que me voy a desmayar… Esto no esta bien…. ¡Dios mio, es mi fantasía! 

Empezó a reírse he hizo que me inclinara hacia atrás, a lo baile profesional, haciendo que levantara mi pierna para no perder el equilibrio. Mi muslo rozó el suyo.

– Danny, aquí hace mucho calor.

– Eso esta bien. – murmuró en mi oído.

– ¡Danny que tienes novia! ¡No me digas estas cosas que luego me ilusiono!

Volvió a carcajearse de mis salidas y me dio una vuelta.

– ¿Sigues enfadada?

– ¿Vamos a hablar de esto? – le miré a los ojos, esos ojos azules y él sonrió. 
– Te has aprovechado de mi debilidad por ti, ¿no?

– Puedo ser muy malo…– susurró en mi mejilla probándome. Me estaba haciendo pasar por este mal rato. A posta. A conciencia. Sabia que lo tenia en un pedestal y que haría lo que me dijera porque era mi ídolo y… Lo hacía porque lo sabía.

– Pues no seas tan malo. Déjame disfrutar de un baile con el hombre de mi vida y no hables de nada.

– Es decir, que solo te importa mi cuerpo ¿no? Eres mala…– hizo una mueca, algo entre un puchero y una sonrisa y yo empecé a reír escandalosamente. – Estamos hechos el uno para el otro. ¡Somos iguales! – se asombró.

– Sí, lo sé. Creo que deberías dejar a tu novia y venir conmigo.

– Si, yo también lo creo.

Acabó la canción y me abrazó.

– Voy a robarte otro baile. Vamos a solucionar esto.

– No. – cerró los ojos para no mirarle. Decir que no al hombre de tus sueños, es difícil. Muy difícil. ¡Claro que lo es! ¡He fantaseado con esa frase muchas veces! – Dije que quería disfrutar de esta noche como si fuera una normal. Con mis amigos, bailando y…

– ¡Nosotros somos tus amigos, Natalia! – me interrumpió. – O al menos Tom y Doug lo son…

– ¡No! – intenté deshacerme de sus brazos. Mi cuerpo no respondía a mis deseos y Danny no hacia nada oír dejarme ir. Lo que estaba costando negarme a lanzarme a sus brazos… ¡¿qué me estaba pasando?!– ¡No quiero hablar de eso! ¿De acuerdo? – la gente se había girado hacia los gritos.

Unos brazos me cogieron y me llevaron escaleras arriba.

– ¿Siempre tienes que llamar mi atención? – me preguntó Doug mientras yo hiperventilaba.

– ¿Siempre tienes que estar en medio de la conversación? ¿Siempre tienes que estar en mi vida? ¿No puedes dejarme tranquila? ¿No puedes dejarme feliz al menos una noche?

– ¿No vas a bailar conmigo?

– No.

– Entonces no cumples tus promesas. – se acercó.

– Yo las cumplo, cuando veo que no son perjudiciales para nadie.

– La única que cree que sale perjudicada eres tú. Y te estas mintiendo a ti misma.

– Doug, – no le solté la mano. – déjame. Quiero volver al principio. Olvidar lo que pasó. Si lo que debo ser es amiga de Tom, lo seré, no es ningún problema, pero no quiero...

– No eres la puta de nadie, ¿me entiendes? – me cogió de ambas mejillas, me arropó en él. Apoyé mi cabeza en su hombro. Apoyó su cabeza en mi cabello. – No lo eres... – murmurara él mientras nos balanceaba.

– Nos ha visto todo el mundo subir aquí. – murmuré.

– No pienses en eso ahora...

Nos separó y sonrió.

– No te conocía de ésta manera.

– Solo conocías mi apellido. No conocías al chico que lo llevaba.

– No me hagas esto. Don’t make me love you. Sólo me gustas, no me hagas caer más...

– ¿quieres que lo dejemos todo? Es imposible. Nos atraemos, ¿no lo sientes?

– Quiero ser normal...

– ¿y crees que conmigo no lo serás?

– ¿crees que podremos tener una cita como las personas normales? ¿Conocernos? ¡Claro que me encantaría probar y divertirme con mi ídolo! ¡Por dios, hasta me liaría con Danny sabiendo que tiene novia tan solo porque es Danny Jones en mis sueños! ¡Pero porque es Jones, no un Danny cualquiera, un inglés, que también me gustan!

Solté el aire de golpe después de terminar de hablar.

– Te dejaré tiempo, pero si me gustas, voy a luchar por que me conozcas al menos. Tengo todo el verano. Tengo como mínimo dos meses. Y nunca voy a encontrar a una tía como tú. Eres única.

Me marché dejándole allí y me dirigí a la barra.

– Dame lo que sea que lleve alcohol.

– ¿Y esa es la manera de pedir algo? – bromeó el camarero. Su voz era potente, pero cuando iba a enseñarle mi dedo corazón levanté la vista y allí estaba. Mi amigo a distancia de Londres, que ahora estaba en Bélgica, su ciudad natal.

– ¡TÚ!

Salté de la barra y le abracé.

– ¡Qué fuerte!

– ¡Qué haces aquí!

– ¡Nunca te había visto en persona!

– ¡Estoy trabajando!

– ¡Ya me voy!

Y volví a saltar, riéndome.

– Qué loca estas... Te pongo Vodka con algo dulce. ¿Vale?

– Sí, lo que sea. – bromeé. – ¿qué haces aquí? ¿Eras camarero?

– No, pero me contrataron para eso. – rio. – Volví de estudiar de Londres a mi lugar. Ya sabes... El hogar está donde el corazón está.

– Calla, no me digas cosas de McFly ahora...

– ¿Tu sin hablar de McFly? – se entrañó. Me sirvió la copa y un hombre le tocó el hombro. – Tengo cinco minutos libres, ¿te vienes?

Sonreí al poder hablar con alguien que no me recordaba que estuviera en un concurso, que no conociera a McFly y que no tuviera dos personas queriendo saber qué quiero hacer con mi vida.

Sonrió de vuelta y me acompañó a la puerta donde solo ponía “servicio”. 

Salimos fuera del local y el aire fresco me golpeó.

– Buf... Si que hace calor allí dentro ¿no?

– Dímelo a mí... – murmuró mirando al cielo. Luego bajó su vista hacia a mí.

– ¿cómo te trata la vida? – pregunté antes que me preguntara. Di un sorbo a mi bebida. – Menos mal que no me lo has cargado. Esta buenísimo.

– Lo sé. – se enorgulleció. – Pues nada... He dejado la carrera de empresariales y me voy a ir a estudiar mi sueño. A parte de música, que me encantaría ser profesor de música, quiero estudiar lenguas. Viajar por los países y ser profesor. Enseñar culturas...

– Qué bonito... Antes que me preguntes, no tengo ganas de hablar de mí. Creo que los últimos días se han centrado demasiado sobre mí.

– Bueno, una pregunta menos. – sonrió. – Hacía tiempo que no hablábamos...

– Sí. ¿Te acuerdas aquellas conversaciones en el chat del Facebook? Con las que solíamos decir que un día nos veríamos estudiando o de vacaciones...

– Sí. – se carcajeó. Se le achinaban los ojos cuando lo hacían y solo se veía el reflejo de la luz de la luna en el brillo de sus ojos azules. – Y toda la biblioteca mirándome porque me reía...

– Las echo de menos. Aunque al final nos hemos conocido.

Asintió y me acercó a él poniendo su brazo sobre mis hombros.

– Y ha sido un placer. No eres para nada igual que las fotos... Aunque hablando eres igual...

– Lo sé. – respondí orgullosa.

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