Danny
se marchó tras un despeine de mi pelo por su parte y me guiñó un ojo cual niña
pequeña. O como a fan.
Sinceramente
no me importaba. Bueno sí. No quería romper ése vínculo. Matadme si queréis. Yo
no quería que se convirtieran en algo diferente. Eran mis ídolos y ahí se
quedarían. Con Tom era diferente. Me llegó a comprender. Es decir, es raro,
sólo ha pasado un mes...
Pero es alguien en quien puedo confiar. Quizás porque
espero que no me hiera. Que confío que por su madurez no hará o dirá ciertas
cosas que otros amigos míos harían... Aunque hacía tiempo que no tenía amigos
de verdad...
Aquí hice amigos.
Y amigas.
Deith es uno de ellos.
Con Ortcher nos
hemos vuelto inseparables, con Chris únicas y con Joanna una compañera con
quien hablar sin palabras. Con música.
¿Qué más podía pedir?
¿Encontrar el
amor? Eso sería demasiado idílico.
¿Con mi IDOLO? No, no era necesario. No
quería convertirme en alguien... diferente.
Estaba a gusto conmigo misma.
¿Le
quería? Puede.
¿Se puede querer a alguien que no conoces? Claro, te lo
imaginas. Lo haces a tu imagen y semejanza, lo diseñas para que sea como tú
quieres que sea.
Quizás con Dougie había hecho eso. Nos habíamos divertido.
Habíamos sobrepasado los límites pero... ¿era ahora consciente de ello?
Doug
abrió la puerta... ¿Estaría pensando muy alto?
–
He oído como babeabas por Danny.
–
Cállate, anda... – reí. –
Vengo a ver si seguías borracho.
–
Creo que dejé la bebida hace tiempo.
–
¿Estás seguro?
–
O la voy a dejar...
Reí y negué con la cabeza.
–
¿Me vas a dejar aquí fuera?
–
¿Ahora me hablas como si fuera un chico normal y corriente? Tío bueno,
sí, – se echó el mismo los piropos y
todo. – pero normal y corriente.
–
Doug... en serio, vengo de buenas. –
intenté traducir en castellano a inglés la expresión, pero no me
entendió. Su cara lo mostraba todo. –
Que vengo en plan guay... que no vengo a pelear... ¡Qué estoy contenta,
leñes!
–
Te he entendido a la primera, pero quería ver cómo te ponías nerviosa.
Ya he visto que mi desnudez no te ha molestado.
Entonces reparé que sí. Que estaba
desnudo. Totalmente. Estaba poyado con una mano en el marco de la puerta y con
otra tapaba sus partes. Su pecho con casi su inexistente bello, su tatuaje al
aire libre, sus pelotillas al libre albedrío, su sonrisa de pasota viéndome
como le hacía un tour a su cuerpo.
–
¿te gusta lo que ves?
–
Mucho.
Ups... se me había escapado.
–
¿Quieres pasar?
Asentí
como una autómata. No sabía por qué su desnudez no me molestaba. Pero notar su
calor detrás de mí, escuchar la puerta como se cerraba, como se encerraba en el
lavabo y como abría el grifo...
–
Voy a ducharme... Si quieres esperarte...
Y
entonces lo supe. ¿Por qué desperdiciar esto? Tengo la posibilidad de liarme
con el chico que me gusta en verano. Podemos hacer lo que sea durante el
verano, a escondidas. Y luego, buscar ésa relación seria que tanto quiero.
¿Qué
es Dougie Poynter, el bajista de McFly? Mejor me lo pones, más ponible es.
Resulta que quien pensaba
que era, resulta que no es. ¿Lioso, no?
Imaginaos
el lio que tenía en la cabeza que no recuerdo como fui dejando las prendas que
abrigaban mi cuerpo, como mi desnudez fue ganando peso en mí y como sin
inmutarse, abrí la puerta de su baño que daba justo perpendicular a la puerta
de entrada. Retiré el collar de mi cuello y lo dejé en la repisa del baño a la
vez que me quitaba el sujetador y abría la mampara de la gran cabina que tenía
por ducha. Ni se inmutó cuando rodeé su cuerpo delgado con mis pequeños brazos.
Ni me inmutó el hecho que se girara y me penetrara con sus ojos tan
intensamente que cortó mi respiración.
Que
su mano viajara a mi pelo y que con dolor quitara la goma que sostenía mi
cabello en un moño.
Que nos girara y me pusiera bajo el micrófono de la ducha.
Que el chorro de agua caliente me abrasara y me obligara a jadear justo cuando
su mano viajaba a mi nalga y me apoyaba en la fría pared, pues mi otra nalga la
tocó.
Que
su pelo rebosante de champú goteara sobre mi clavícula cuando hizo que el
chorro de agua le bañase a él y me dejara a mí detrás de ésa cortina de agua.
Imaginaos lo que fue sentir como nuestras piernas se enredaban a la vez que
nuestras respiraciones se agitaban locamente.
Como sus besos me hacían
desaparecer y volver a la vida.
Como me hizo sentir cuando me cogió de las
rodillas, me elevó arañándome la espalda con un botón de la ducha, haciendo
cambiar los colores de ésta y la forma en que caía el agua.
En como nuestros
cuerpos se resbalaban hasta quedar casi tumbados cuando quiso que le encerrara
entre mis piernas.
Como le abracé cuando me murmuró que ayer fue una de sus
noches preferidas de éste verano.
Y que la que ganaba a la de antes era la
noche en que por primera vez lo hicimos en el almacén de la limpieza.
Dejé de
sentir lo que murmuraba, dejé de oír sus jadeos... o gemidos... o respiraciones
intentas, lo que fueran cuando desaparecí del mundo conectados. Conectados.
– No me importa si dices que sí o
dices que no. Ambos sabemos que esto va a pasar más veces y de diferentes
formas pero como ésta... es difícil superarlo. Así que vete acostumbrando.
– Menos mal que tomo pastillas
anticonceptivas para regular la menstruación.
– Menos mal... Porque el día en que
te encuentre tan radiantemente sexy como lo estas ahora que te he hecho el amor
salvajemente...
– Ahora mismo no pareces tú. –
murmuré cuando apagó el agua por fin antes mis besos en su barbilla y mis
pequeños escalofríos. Se levantó del suelo de la cabina de ducha y me tendió la
mano.
– No puedo evitar hacer esto
teniéndote como te tengo. – me susurró al oído mientras su mano me rozaba el
costado tan suavemente que incluso dolía. – quizás no sabes quién era.
– Sí... – me arropó en una toalla y
él hizo lo mismo. – Doug... en un tío no sienta bien que se pongan las toallas
por los sobacos... Has cortado todo lo que había antes.
– tranquila, incluso así te pongo.
Lo veo en tus ojos.
– Eso es malo... Que me ponga un
chico así...
Rio y negó con la cabeza y ambos
mojados nos dirigimos a su cama. Me llevó como una princesa y como no había
levantado la persiana, la habitación estaba en penumbra así que no me vio
realmente desnuda incluso cuando sin querer me tiró de la toalla.
– que... ¿ni una hora de descanso?
– ¿Porqué voy a perder el tiempo?
Cambias tanto de opinión que a lo mejor luego dices que te hago demasiado el
amor...
– ¿el amor? ¿No era sexo?
– Bueno, hay sentimientos...
Y
bueno, ya sabéis lo que sigue después, ¿no?