AVISO
http://causeweallfalldown.metroblog.com/
Datos personales

- MsNathie
- Bueno, que os voy a contar. Soy de España, y me encanta Leer y escribir. Tengo subidos historias por Internet. No soy autora de un gran libro, y de nunguna novela, pero algo ronda por ahí. Bueno, que más deciros. He tenido muchas experiencias, unas buenas y otras malas. He tenido mucha gente a mi lado y gracias a eso he sabido ver en personas lo mucho que pueden cuidar de mi y lo mucho que saben ver en mi. Atentamente, Natt.
lunes, 30 de abril de 2012
Capítulo 22
domingo, 29 de abril de 2012
Capítulo 21
Escuchad Chasin The Sun en un momento indicado del cap. (de The Wanted)
[Imaginaos esto con la canción chasing the sun de The Wanted]
domingo, 22 de abril de 2012
Capítulo 20
Bebió de su café con leche recién hecho y achinó los ojos mientras lo degustaba. Yo le admiré, como cualquier fan, pero de manera diferente. Nadie le había conocido como yo y me encantaba que me quisiera de ésa manera.
— Tom, me alegro tanto de haberte conocido... — susurré mientras dejaba el café y su limpiaba con una servilleta de papel.
ME sonrió y se levantó para dejar el bol con las tostadas en el fregadero.
— A mi también. Tenerte en mi vida, aunque sea demasiado temprano decirlo.
Me levanté y le abracé. Así, sin más. Le abracé.
— Esto si que no me lo esperaba.
— Yo tampoco. — murmuré en su hombro. — creo que como me he puesto sentimental...
Rio y palmeó mi pelo.
Me deshice del abrazo y me senté de nuevo.
Y entonces, Danny con todo su esplendor hizo acto de presencia.
— Si hubiera sabido que el pivón iba a estar aquí con su precioso pijama, me hubiera despertado antes. Además, la conversación se había convertido muy “te quiero mucho” y nos estábamos aburriendo.
Me giré en mi silla y ahí lo vi. Sin camiseta. Con su cuerpo. Sí, ese que me volvía loca.
Me despeinó y empezó a hacerse un café.
Espera.
— ¿pivón? ¿Me acabada de decir danny Jones pivón? Creo que me voy a desmayar...
Espera (2).
— ¿Cómo que “nos estábamos aburriendo”? — me di cuenta y pregunté.
— Sí, — se encogió de hombros. — hemos estado ahí detrás, esperando a que acabarais.
— ¿Hemos? — volví a preguntar, a ver si captaba mi pregunta inicial.
— Doug, Harry y yo.
— ¡¿DOUG?! — me asusté. Entonces apareció por la cocina, cogió de la nevera en un silencio atroz un batido y se fue.
— ¿Desde cuándo Doug vuelve a beber batidos? — preguntó Danny sentándose a mi lado.
Me levanté corriendo, para pararle antes de que se fuera de la cocina.
— ¡Doug, espera! — chillé no muy fuerte. — ¡Espérame!
— ¿Quieres decirme algo? — me preguntó molesto. — porque debo irme a mi habitación a descansar.
— ¿podemos hablar?
Esto era muy raro. Ésa conversación con Dougie era imposible. Pero de esos imposibles, imposibles. ¿Yo? ¿Doug? ¿McFly? Todas esas palabras volaban por mi mente.
— Joder, Dougie.
Se giró y me miró. Lento, se acercó.
— Te marchaste por la mañana. ¿No crees que merecía al menos una nota con alguna explicación? — me escupió la pregunta con voz agria.
Yo bajé la cabeza.
— Lo sé... Es solo... Resultaba tan raro que te hubiera besado.
— Jo, joooo... — rio asombrándose. — yo no diría solo besos.
— Calla, — he hice señas para que no gritara. — No se tiene que enterar todo el mundo.
— Vamos a discutir esto como personas adultas. ¿De acuerdo? — y me cogió de la mano y me llevó a su dormitorio.
Me senté en una cama cuando llegamos.
— ¿qué vamos a hacer? — pregunté. — Esto es muy raro para mí. No puede ser un rollo de una noche, porque te voy a ver durante todo el verano y... ¡Joder, lo siento, pero tengo que decirlo! ¡Eres Dougie! ¡Uno de mis ídolos! ¡No puedo pretender como que solo me enrollé contigo!
— Mira... sé que es raro y que no voy a poder hacerte entrar en razón de que soy como cualquier otro tío, pero... deja de lado que lo que hicimos, lo hiciste con Dougie Poynter, bajista de McFly.
— No es tan fácil. — me quejé, tirándome para atrás, tumbándome.
— Joder, Natalia, es que no lo pones fácil. — se sentó en la cama, a mi lado.
— ¿Crees que podremos dejarlo entre nosotros?
— Lo saben Ortcher y Tom. — contesté. Me levanté y le miré a los ojos.
— Te ha faltado tiempo para publicarlo en alguna revista. — y puso los ojos en blanco.
Me asombré.
— ¿Así que de verdad piensas que soy así?
— Siempre tengo esa duda con toda la gente que se acerca a mí.
— Genial, no puedo pedirte que no las tengas, pero me sienta mal. No sé por qué. Quizás porque no me conoces. Pregúntale a Tom, a ver que piensa.
Y me largué de allí, dando un leve portazo.
Me perdí entre pasillos y pasillos y al cabo de un rato me encontré en una sala con Harry jugando a no sé qué.
— ¡Hola, Spanish Jones! — dijo en castellano. — ¿lo he dicho bien?
Me reí.
— Deberías haber dicho “Hola, Jones Española”. — corregí. — inténtalo.
— Hola, Jones Espanyola!
— Sí... vas mejorando. — susurré mientras ponía mis ojos en blanco.
— Entonces no, ¿no?
— No.
Se empezó a reír como un loco y miró a mi espalda.
— ¿Sabes a quien me he encontrado en el gimnasio? — preguntó un sudoroso Danny Jones
apoyado en el marco de la entrada sin puerta y con la toalla sobre sus hombros. — ¡A Dougie! — se asombraron ambos. — ¡¿Te lo puedes creer?!
— Yo no. — murmuró Tom desde atrás. Luego apareció y se sentó en los sillones. — y ¿tú que haces todavía por aquí?
— No lo sé. Me he perdido y luego he aparecido por aquí.
— Puedo corroborarlo. — continuó Harry. — Su cara de perdida ha sido épica.
— Gracias. Por si es un cumplido, digo...
Negaron con la cabeza.
— Oye, si algún día quieres buscarme, puedes entrar aquí con esta identificación. — Me tendió una cartulina un poco más grande que un carnet. — Pone tu nombre.
Era de color blanca-azul y ponía mi nombre. Mi fecha de nacimiento, mi foto y todos los datos que di para entrar al concurso.
— ¿Los has robado, Tom? — preguntó Harry, arrebatándome la ID de las manos.
— Los datos son libres para nosotros.
— Es mentira, Tom. — me reí. — No te lo crees ni tu. Bueno, que tampoco lo quiero.
— ¿porqué? Es tuya, son tus datos.
— Pues porque ¿qué hago yo con eso? Yo soy un concursante y no es plan de que vaya por ahí con eso para poder entrar por aquí como si fuera mi casa.
— Pero es como si lo fuera. Somos amigos, ¿no? Tú lo dijiste.
— Lo sé— solté el aire de golpe. — ¿Me la voy a tener que quedar, no? No sé ni para qué me quejo o pregunto.
Harry acompañó a Jones a ver a Doug pelearse con el saco de pegar, como le digo yo, y Tom se quedó conmigo.
— Explícame. — marujeó. — Todos los detalles. — de verdad que parecía una vieja maruja, eh...
— Me he enfadado con él. En fin, sé que hice mal. Me fui sin decir nada y luego aparezco por su zona privada contigo... Ahí, alegre, riéndome.
Tom me miró. Era rara su mirada.
— No sé que decirte... ¿qué te dijo?
— Pues nos hemos enfadado porque te lo he contado. Y a Ortcher, porque si no, no me dejaba entrar a la habitación. ¿Me iba a inventar una excusa falsa para mi mejor amiga? ¿Para protegerla de qué? De nada. Y Tom, a ti te lo tenía que contar. Eres amigo de ambos. — sonrió cuando lo dije en alto y con esa palabras. — No sé. ¿Nadie tiene razón?
— Doug tiene razón, obraste mal largándote de buena mañana. Entiéndele. Entiéndenos. Nos cuesta mucho abrirnos tal y como somos porque no sabes si te quieren a ti o a tu nombre. Contigo no me ha pasado, pero Doug siempre ha desconfiado.
— ¿Nunca ha sido así de abierto? — pregunté curiosa.
— Eso deberías hablarlo con él. Él debe de pedir perdón por como ha dicho las cosas y tú por lo que ya sabes. Y habladlo. Creo que es de adultos saber qué pasa entre vosotros dos.
— no hay nada entre nosotros dos. Tan sólo unos besos. — me levanté del sofá, dispuesta a hablar.
— Nath, no te engañes. A ti te gusta Doug, y Doug por mucho que diga que no, le atraes un huevo.
— ¡Has dicho un taco! ¡Tom Fletcher ha dicho un taco! ¡No puede ser!
— Nath, es normal... Soy adulto, a veces digo tacos aunque intente no hacerlo...
— ¡Pero te tenia en un pedestal de hombre que no dice tacos! — me quejé. — Tú antes molabas...
martes, 10 de abril de 2012
Capítulo 19
Le miré de mala manera.
— Sí, claro... Pues me extraña que te enfades por eso, Tom.
Veíamos como el Sol comenzaba a situarse en su lugar y su calor empezaba a tocarnos la piel.
— Vale, es verdad, no me lo esperaba de ti.
— ¡Aleluya! — dije por fin. Él estaba un poco triste.
Él me miró mal.
Suspiramos.
— ¿Y ahora qué vamos a hacer? — pregunté tocándole el hombro. — ¿Crees que podemos dejarlo pasar? No entiendo como ha podido pasar...
— Yo tampoco. Es decir, me dijo que le causaste cierta impresión y te dije que tú y yo debíamos hablar de esto... Pero creo que se ha lanzado a la piscina y solo había un palmo de agua...
— Sí, y estaba congelada. — añadí.
Volvimos a suspirar.
Imaginaos la escena, Tom y yo, juntos, bajo una manta de color azul cielo, suave, viendo como el Sol salía y se ponía allí, en lo alto, teniendo Bélgica, que era donde estaba este sitio, a nuestros ojos... Era una vista preciosa.
— Creo que te robaré esto más a menudo. — e incliné mi cara para señalar las vistas. Luego me apoyé en su hombro.
— Veo que ya me tratas como a un amigo. — murmuró bajito.
— Si te tratara como un amigo estarías corriendo rumbo a Londres, huyendo de mí... Imagínate. — reí.
— Quiero conocer ésa faceta. — me contestó, también riéndose.
Mis tripas rugieron, pero no tenia ganas de moverme donde estaba.
— Tom… Antes de nada, quiero repetirte que me sigue pareciendo muy extraño.
Él negó con la cabeza.
Éste patio del edificio donde estábamos era precioso.
— Pequeña Jones — susurró mientras me daba una palmada en la rodilla tapada por la manta. — Somos personas. Sí, famosas, pero seguimos siendo personas. A veces incluso me hastía eso… es decir, soy como cualquiera. Tengo mis problemas y tengo mis días felices, pero porque esté en un grupo de música no significa que no pueda no tener personas las cuales acabo de conocer y me caigan tan bien que pueda hablar con ellas.
— Me ha costado un poco seguirte, porque mi inglés tampoco es tan bueno, pero te he entendido. — le respondí.
— A veces me gustaría cambiarme, aunque la mayoría no. Éste es mi sueño y me encanta… pero me encantaría ser de nuevo adolescente y poder vivir normal. Tener problemas con los amigos por no ir a un partido, quedar con la novia para ir al cine y darme el lote…. Aunque yo no sea ese típico chico…
Suspiró sonoramente y me acarició el pelo.
— Tom, como me gustaría haberte conocido antes. Además, teniendo la edad que tengas, puedes tener cualquier problema con el amor. Tu porque tienes a la mujer de tu vida a tu lado— él sonrió— pero cualquier podría tener ese problema.
Ambos mirábamos el cielo.
— No quiero seguir siendo tu amiga de esta manera…— murmuré. —Es decir, no quiero ser la amiga fan de la estrella Tom Fletcher. No quiero ser la pequeña Jones porque así estamos hablando de McFly… Quiero ser Nathalie y Tom, unos amigos que, pese la diferencia de edad, son tan locos que podrían llevarse días, en vez de años…
Mi miró y me besó en la mejilla. Fue raro. Mi ídolo besándome la mejilla. Mi ídolo de veintiséis
años…
— Esto me ha costado mucho de decir... Por si no te habías dado cuenta... Que yo admita esto es muy difícil... Deberías sentirte orgulloso... incluso deberías sentirte como si te hubieran pedido matrimonio o hubieras ganado la liga... o cosas de estas.
Se carcajeó un rato y luego suspiró.
— A veces no puedo creerme que todo esto me este pasando a mi… que un tío de veintiséis años, ingles, y obviando que sea famoso, sea mi hombro en el que llorar…
— Mírame a mí, tú eres mayor de edad por pocos meses y estamos hablando tranquilamente…
— Ya no sé que me deparará la vida aquí dentro, pero espero que sigas hablando conmigo después de esto…
Tom me miró. Era bonito hablar y no mirarnos. Tan solo el cielo, la ciudad y los pájaros. Como una película…
— Bueno, la verdad que me encantaría que siguiéramos hablando. Es… bonito. Es decir, desde el primer momento que te vimos, sabíamos que eras nuestra fan, en el aeropuerto tocaste una canción nuestra.
— Ya…— reí.
— Pero… sabía que eras distinta. Es como… si viera tu pureza… como si hubieses madurado de golpe. Como si fueras mayor de lo que eres…
— O aparento… Me echan menos edad de la que tengo… esa también es una desventaja cuando quieres tener algo de compañía masculina no solo carnal y… bueno…
— Ya… me esta costando hablar contigo sin querer cuidarte…
— Me puedes cuidar, eh, Tom— me quejé. — Igualmente sigo siendo una persona adulta en algunos sentidos…
Sí, los dos giramos la cara. Habíamos aparcado ése tema para otro momento.
Seguimos mirando hacia más allá y poco a poco fuimos resbalándonos, terminando tumbados.
Tom puso sus manos detrás de la cabeza y yo me acomodé con mi manta y su hombro.
— Si alguien nos pilla así... Uno: te cortan tu salchichita y se la sirven a Giovanna para que la cocine y te la haga comer...
Explotó en una enorme carcajada
— Qué bestia que eres...
— Y dos: — continué riéndome. — me tacharán de put... a para arriba.
— Tienes razón... Pero no me importa. — se levantó. Y me ofreció su mano. — Me encanta hablar contigo. Me ha costado mucho tiempo, pero al final has sabido escoger el buen camino.
— Y tanto... el de un loco que juega con clips... — me reí.
— A ver. — intentó explicarse. — yo ya dije que era una tontería... Son ellos los que me meten en problemas de esos...
— Y por eso os queremos, Tom... — le dije como a un crío. — Por eso...
Me ayudó a salir de la ventana. Nadie nos esperaba. Así que fuimos a desayunar a donde él desayunaba. Zona restringida que pensé que no debería dejarme... Pero puestos a infringir normas morales y del concurso... Sigamos.
— ¿Y tu no estas enamorada de ninguno de nosotros? — me preguntó mientras masticaba. — A parte de que te atraiga cierta persona... — bromeó.
— No sé como puedes bromear con cosas de estas... Lo tuyo no es normal.
Miró por encima de mi hombro con preocupación y luego puso los ojos en blanco. Me giré y me pareció ver un pelo de alguien... una cabellera de color... no sé...
— ¿había alguien? Y no me mientas— le reñí con mi cuchara moviéndola de arriba a bajo.
— Sí, pero era el representante de lo del concurso. No deberías estar aquí... Pero yo le he hecho una señal de... “Ya hablaremos” – e hizo unas comillas en el aire.-... Ahora eres como una VIP.
— Pues eso no me gusta... Si tiene pases al backstage sí. Saltarte la cola no. Lo mejor es hacer cola en los conciertos.
— Hombre, no me refería a ese tipo de VIP pero sí... Tienes toda lar razón...
Volvió a mirar por detrás de mí y luego negó con la cabeza.
— ¿nos espían? ¿Debería preocuparme? Si eso me voy... — hice ademan de levantarme, pero Tom me agarró fuerte del hombro.
— No, — aclaró rotundamente. — Quédate. Y respóndeme, va. Veamos con que salida nos sales ahora.
—Veamos... — me puse a pensar mientras me metía una cuchara en la boca de cereales. — Esto esta muy bueno. — murmuré con la boca llena.
— Serás marrana... — se quejó. — Anda mastica, que eres una preciosa mujer como para que ahora lo estropees tirando perdigones de leche sin lactosa.
— Soy una casi mujer, puedo hacer esto todavía. — me quejé, empujando el bol de cereales a un lado y cruzándome de brazos. — ¿Lo ves? Un berrinche.
— Anda come y calla. Bueno, come, mastica y habla.
Mantuve mi enfado unos segundos más y luego me llevé una cucharada del bol de mi lado.
— Es que están tan buenos... Me los meteré en la maleta cuando me vaya... En fin... Yo creo que eso es imposible. Enamorarse es más que el físico… Puede que uno me guste, — y enfaticé— guste, no le quiera, más que otro… Por ejemplo, Dougie siempre me llamó más la atención por ser el más pequeño y el más… “joven” por así decirlo. Estaba loco y era un niño. No soy adultera ni nada por el estilo, ¿vale? Y tampoco tiene nada que ver lo de la noche pasada porque Dougie no es un niño. Seguro que lo sabrás, pero es un hombre de los pies a la cabeza... Y déjenos ese tema. ¿Qué quería decir? ¡Ah! Sí... Veía que podía ser como él… y que un día podríamos hablar e incluso reír juntos, aunque sea raro abrazando o manteniendo una conversación face-to-face con una fan. — Argumenté riéndome.- También Danny.... Oh, Danny. ¿Te acuerdas cuando me desmayé al conocerle? Era como que lo tenía en un pedestal... No sé si me explico... Es que... Es mi ídolo. No lo puedo evitar. Nunca he fantaseado con él, pero si que he soñado veces tocar con él en un concierto, que me sacara al escenario, que twitteara que había conocido a su hermana pequeña inexistente-barra-adoptiva...
— Bueno, en realidad te entiendo, es raro ese chico… quizás por eso lo escogimos…
— No creo... — negué con la cabeza. — Lo cogisteis porque os ponía... No mientas...
— ¿Sabes lo raro que me resulta que digas cosas de éstas cuando hace cinco minutos... bueno más — dijo mirando el reloj— te estaba diciendo que me sale la vena fraternal contigo y que deseo cuidarte siempre?
— Calla y come Tom. — reí.
sábado, 7 de abril de 2012
Capítulo 18
Su pelo me hacia cosquillas cada vez que respiraba y la mullida cama me acogia con sus transparentes brazos impidiéndome marchar.
No recordaba realmente lo que había pasado la noche anterior. Como si tuviera una resaca de mil demonios cuando no había bebido nada. La adrenalina había dejado de correr por mis venas, abrasándome hacia tiempo ya. No quería moverme porque seguro despertaría a la persona que dormía en mi pecho desnudo. La suave, limpia y perfumada sábana de su cama era una prisión para mi mente.
Los recuerdos de la noche me atormentarían siempre. Incluso aunque sabía que él había parado y me había otorgado le había otorgado la inmunidad a mi virginidad, sabía todo lo que sí habíamos hecho. Y eso conseguía sacarme escalofríos y sonrojos cuando yo nunca, me sonrojaba.
Ahora mismo necesitaba ir al baño. Urgentemente. Así que cogí lo primero que encontré para tapar mi cuerpo desnudo de cintura para arriba y corrí al baño.
— Estupendo. Encima cojo su estúpida camisa.
¡Olía a él!
— Madre mía, y ahora como le voy a mirar a la cara... — murmuraba en alto mientras me sentaba en la taza del váter.
Después de lavarme bien la cara, los brazos e incluso las piernas y de intentar quitar suspiros incrustados en mis poros, salí como alma que lleva el diablo hasta mi cuarto. Menos mal que hoy era de esos días libres, esos ansiados domingos sin hacer nada y podíamos levantarnos tarde.
Aunque era tempranísimo, me aseguré bien, bien de que nadie estuviera por los pasillos.
Quizás tuve que llamar a Ortcher a su cuarto con el teléfono que comunicaba las habitaciones y esas cosas... o con mi móvil... quizás... pero fui tonta y estuve cinco minutos picando a la puerta.
Me abrió Ortcher, con cara de sueño y cuando me vio, no vi su mano impactar contra mi cabeza.
— ¿tú estas tonta? — me chilló mientras me empujaba para entrar al cuarto. — ¿te has vuelto loca? ¡Has pasado la noche con él! No sé que hiciste, y no sé si quiero hacerlo.
— Me he acostado con Dougie.
EL silencio instaurado en nuestro cuarto durante no se cuánto tiempo... fue el peor de toda mi vida.
— ¿qué... QUÉ? — parpadeó varias veces intentado recobrar la consciencia por culpa del sueño y del estupor de mi confesión.
Me levanté de la cama donde había caído cuando Ortcher me había soltado del brazo. Cogí una camiseta y al dejar la camisa con la que venia, Ortcher se dio cuenta de quien era.
— Mientes. — intentó mentirse a ella misma. — Es imposible.
Me miraba como si le hubiera fallado.
— No sé que ha pasado... Sólo sé que él paró y no lo hicimos... eso. Pero... te puedo asegurar que veinticuatro años dan para mucho. En mi vida había hecho tantas guarradas en menos de una hora.
No rio.
— Después de escapar del tío ése que estaba tan bueno, me choqué con él y una cosa llevó a la otra... No recuerdo nada más... — noté que mis labios estaban húmedos por partes donde no debía estar. Mis lágrimas llenaban mi rostro de ríos imaginables.
— Jo-der. — murmuró como ida.
— Tengo que hablar con Tom. — murmuré. Me puse la camiseta, un pantalón y tapé el chupetón que en cuarto de Dougie había visto con una bandana y unos collares.
— No me puedes dejar así. — se quejó, ahora sentándose en su cama.
— Duerme un poco. Ahora tengo mi llave y luego vendré. Son las siete de la mañana. Hasta las once no te quiero ver de pie.
Salí del cuarto dejando a Ester, la pobre, asustada y confundida.
— Mierda... No sé dónde esta.
Lo que me había costado salir de dónde Dougie y los hombres importantes dormían había sido un reto... pero volver allí sería otro.
Quizás si le mencionaba, tenia suerte y lo veía...
Le mandé un tweet intentando que me reconociera.
“Hay una chica en el tejado. No quiere cambiar.” Se lo envié. Fui directa arriba.
La sorpresa fue mía cuando le encontré allí.
Levantó el móvil.
— Acabo de recibirlo. A veces vengo aquí sin que lo sepa la gente. Aunque hoy es demasiado temprano, me apetecía estar aquí.
Me senté en silencio a su lado y me ofreció un poco de su manta.
— Borraré tu tweet, ¿vale? — me susurró y me cogió el móvil.
No sé como lo hizo, ya que eso desde el móvil yo no lo sabía hacer, pero lo hizo.
— Sé que no quieres problemas. — se excusó cuando me borró el tweet. — por eso te lo he borrado.
Asentí ausente.
— Te fuiste con él, ¿verdad?
— Tom... — intenté decir. Pero me calló.
— Es tu vida. — me miró. — No puedo meterme en tus asuntos hasta que no me veo yo en medio, o seas tu quien me lo quiere contar. Sólo que no quiero que seas como las demás. te veo y eres como yo de joven. Soy joven lo sé, — rio— me refiero cuando empecé con esto de la banda y demás...
—Tom... Me he acostado con Dougie.
Ya era la segunda vez que decía esa frase.
— Genial.
Se instaló un silencio que me heló la sangre.
— ¿genial? — pregunté yo. — ¿GENIAL? ¡Tom, joder, que no es como si me voy a dormir con mi mejor amigo o con mi vecino! ¡Estamos hablando de tu compañero de banda, mi ídolo y un tío famoso! ¡Y no me saques el tema de que somos personas igualmente! ¡Porque esto no es normal!
Y entonces empecé a llorar.
— Había... Ha-había ido con él y después de besarnos, mi-mi cabeza me dijo-jo que eso no esta-taba bien. — hipé. Entonces salí de un cuarto-to y me choqué con él. No recuerdo nada más. Es como si hubiera desaparecido todo lo que hicimos. Es decir. Me acuerdo de que él paró. No siguió. Me respetó incluso cuando yo le dije que lo quería hacer. Le admiro por eso. Pero... ¡me he levantado con él! ¡Me he despertado y estaba ahí, en mi pecho, como si fuéramos una pareja! ¡Y yo no quiero eso! ¡He fantaseado con eso, sí, es verdad! ¡Pero esto... me sobrepasa!
Tom me abrazó por dentro de la manta y dejó que me desahogara.
— No quiero verle más... no quiero... me avergüenzo de todo lo que hice. Y mucho más cuando pienso que lo disfruté. — miré a Tom a los ojos. — Tom, hice cosas que en mi vida había visto u oído. No entiendo mi mente y mi cuerpo. No sé que me pasa ¿porqué tuve que hacerlo?
Tom me daba palmaditas en el hombro, dejándome expresar. Quitándome de encima todo lo que había guardado dentro esas pocas horas despierta, con Doug encima de mí.
— esto es un problema. — murmuró luego. — Tendremos que hablarlo.
— No. — zanjé el tema. — Ya lo sabes demasiadas personas. Se lo he dicho a Ortcher cuando me estaba echando la bronca por irme con alguien que no conocía. Cuando le he dicho que he dormido con Doug se ha quedado pálida. Por mucho que conozcamos vuestras vidas, no os conocemos en realidad. Esto ha sido un error. Debía de estar borracho o algo. No es normal. Es imposible. Se acabó. — escupí las palabras como si quemaran.
Me levanté.
— haré como que esto no ha pasado. No hables con él. Si él esta enfadado por lo que pasó o desea tomar represalias te lo contará. Mientras... haz como que no ha pasado nada...
Caminé con cuidado por las tejas y cuando iba a entrar por la pequeña ventana Tom chilló mi nombre.
— ¡Ni se te ocurra entrar por esa ventana! ¡Te he escuchado atentamente y no he dicho nada! ¡Ahora me vas a escuchar a mí! — se levantó enfadado y me cogió de la mano. Me sentó de nuevo en el tejado y me arropó.
— Estoy enfadado. Y tanto que lo estoy. ¡Se ha enrollado con mi amiga! ¡Es normal que lo esté! ¡Mira que hay fans por el mundo por si se quiere divertir, o se le va la olla, o probar... pero no! ¡Tiene que irse con la que me cae bien!
— ¡¿Te enfadas por eso?! — le molesté, mirándole a la cara. — ¡TOM! ¡Se coherente!
— ¡Lo estoy siendo!
viernes, 6 de abril de 2012
Capítulo 17
Me empecé a reír como una loca y Ortcher negó con la cabeza.
— Lo tuyo no es normal, chica... — se quejó a las paredes.
— Pues vete acostumbrando... Deberías saber como soy, llevamos tiempo juntas.
— Es verdad— y me besó sonoramente en la mejilla. — Si yo en verdad te quiero.
— ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi amiga? — pregunté asustada. — Ella nunca me besa así... Soy yo la que le hago enrabiar de esa manera...
— Calla y tira. — se volvió a quejar, ahora riéndose, mientras cerraba el cuarto con llave.
Andamos un poquito hasta llegar al salón. Nos habíamos parado antes en la cocina aquella donde Doug y yo intimamos demasié y luego me desmayé por culpa de Danny y cogí mi típico sándwich de Nocilla... versión inglesa.
O algo parecido.
Todavía no habían llegado los representantes ni ellos. Creo que desde que había llegado y desde que me puse a escribir esto en el diario, o como quieras llamarlo... No había explicado ni una reunión...
— Shhh! ¡qué vienen! — gritó una contenta.
— Es que la vena groupie no nos la quita nadie por más que los veamos día sí y día también... — murmuró Chris a mi lado.
Yo me reí por lo bajini.
Nos habíamos acomodado en un sillón azul, al lado de Joanna y su romance, Chris, una amiga de ésta y nosotras, Ortcher y yo.
Y entonces, un tío de ojos azules entró en el cuarto y a mi se me fue el aire. Mis pulmones o lo que fuera que utilizara para respirar desaparecieron y creo que, hasta mi corazón dejó de latir.
Podría ser que como era persona y mujer, necesitaba bueno... Tenía necesidades... O llámalo “x”, pero estaba jodidamente bueno ése tío de ojos azules.
Bueno y lo siguiente.
— Dios, chicas... Mirad a ese Dios griego en la Tierra llamada concurso de Música. — bisbiseé mirándole con descaro.
— Materialista, superficial o puta, como sea, pero ése tío esta buenísimo.
— Hot y lo siguiente. —le contestó Chris a Ortcher.
— Y mira que va en contra de mis principios, pero me encantaría pero... yo a ése lo depilo con la lengua. — murmuré negando con la cabeza y mirando como se sentaba al lado del chico de Joanna.
— Oh Dios mio... que está a nuestro lado... — murmuró Chris.
— ¿qué os pasa a vosotras ya? — preguntó Joanna mirando nuestras caras de babosas en pleno ciclo de reproducción.
— Pues ahora mismo nos preguntamos porque no conocemos al amigo de tu amiguito.
Joanna rio con una risa cantaría y encantadora y le contestó a Ortcher:
— Porque le conocí ayer. Ayer fue oficial.
— aaaaaaaah, que ilusión! — gritó yo mientras me levantaba y hacia el baile de la victoria junto con el de la lluvia. — Me alegro por vosotros! — y la abracé.
— If you want to be with her, you have to talk with me. You need my approbation… or something like that. — murmuré mirándole seriamente. — Just kidding. — volví a murmurar seria.
El tío se quedó muerto y el cacho pan ése torrado con chocolate y de todo se levantó se despidió con la mano me envió una mirada de esas que no pasan inadvertidas y se cambió de sofá.
Al frente.
Joanna rio e intentó reanimar a su chico que estaba en shock y me volví a sentar, mientras las otras se meaban de risa.
Entraron los que faltaban y empezó la reunión con los chicos de McFly presidiéndola. Mientras hablaban de como iba el concurso y pedían los permisos ala gente menor de edad y algunos se despedían pues no podían seguir están allí, yo lanzaba miradas lascivas hacia el chico que tenia en frente. Me mandó un mensaje que interpreté en inglés. Me señaló: Tú. Se señaló: and Me. Hizo como que andaba: going. Luego señaló fuera: out. Señaló el reloj con la mirada. Lo tenía encima de mí. No me hizo falta mirar. Miré a las caras de los otros, atentos a las de la reunión. Al menos, creo, que de todos: Then. Y luego marcó un interrogante. Yo miré a Ortcher que intentaba no mirar al chico pero era imposible.
— Contéstale. — me urgió.
Yo le mandé una señal y luego miré a Tom ya que había advertido que me mirada de forma extraña. Posiblemente por no mantener la atención al hombre que hablaba.
Le dije por señas: I’m not that easy.
Él rio sin ruido y yo giré la cara, intentando esconder una sonrisa.
Me llegó un mensaje. Me vibró la pierna. Saqué el móvil con cuidado y levanté la mirada. Él me miraba con una sonrisa ladeada. Prepotente. Sexy. Hot. De todo.
— Y u so?
— I’m not that kind.
— that’s why Im interested. — me contestó con todas las letras.
Sabía que la factura me saldría cara. Le mandé mi Twitter y le contesté por última vez.
— DM, please.
Él rio y comenzó a trastear el móvil.
¡El cabrón me había mencionado con una foto!
— Bua, tengo que probar esos labios... En serio...
— Para, para, que Tom te esta mirando! ¡Y esta enfadado! — me susurró Ortcher y me quitó el móvil.
Miré hacia Tom y ahora eran Harry y él quienes me miraban enfadados. Levanté las palmas en signo de: no voy a hacer nada y agaché la cabeza. Luego le enseñé un dedo al prepotente pero buenorro chico de enfrente.
La reunión siguió su cauce e incluso di mi opinión lo que causó que me miraran ciertas personas... como Dougie. ¿Él también estaba enfadado? ¡Si no había hecho nada!
La reunión terminó y Tom vino directo a mi sofá.
— ¿qué problemas tienes? — le pregunté de golpe
— Te he visto tontear en plena reunión.
— Vale, — me arrepentí. — No debería haberlo hecho. Eso una falta de respeto. Sé que he faltado a mis reglas. Lo sé. No volverá a ocurrir, de verdad. — hablaba en serio.
— A parte de eso. ¿No conoces quien es?
Me desconcertó que fuera tan directo.
— ¿Y tú sí? — le pregunté en respuesta.
Me miró extraño.
— Yo también me pregunto porque lo metimos al concurso, pero ya ha tenido algunos roces con algunas chicas. Y esto no debería decirlo.
Ahora me miraba dulce.
— No quiero que sufras. — y me puso la mano en la mejilla.
— Lo sé. — le contesté. — Era solo por diversión. No soy tan fácil, Tom.
— Eso ya lo sabemos. — rio Tom y miró hacia atrás.
El tío había desaparecido-
— Mierda, con lo bueno que estaba.... — reí. — Joder, TOM. — me quejé a ver su cara. — no soy de verdad así, lo hacíamos por diversión. Sabes que no soy ese tipo de chicas.
— Pues me preocupa que cambies. — me susurró.
Se fue. Me dejó ahí. Con esa frase en el aire.
Entonces las luces se apagaron.
— Menuda miradita te ha echado. — murmuró Ortcher, rompiendo el silencio que había dejado Tom. Algunos se habían ido y otros se quedaron para ver la película.
Lo tenía justo delante.
De nuevo.
La gente se acomodó y de repente unas manos empezaron a acariciarme el cuello. Se me escapó un jadeo.
— You’re not that kind but I can break your walls, Darling.
Ése murmuro, con las luces apagas fue la gota que colmó el vaso.
Me cogió de la mano, me levantó como si fuera un peso pluma y los ojos azules le centellearon como a un águila con su presa.
Me llevó a otro sitio oscuro, con olor a fresas y cerró con pestillo. Y sus labios encontraron los míos. Eran carnosos, suaves y ardientes. Tal y como los había imaginado.
Estaba haciendo cosas, durante esas semanas que estuve fuera de casa, que nunca me hubiera imaginado. ¿Besarme con un desconocido, en un ligar... también desconocido?
Era inimaginable en mi vida. Y aquí estaba, notando sus manos por encima de mi camiseta, una camiseta que sobraba. Una camiseta que empezaba a molestar. Una camiseta que desapareció con ayuda de mis manos.
El tío, hombre, lo que sea, encendió una bombilla y rio. Yo, ¡yo! Le seguí el juego y solté una risita juguetona, a la par que buscaba el botón de su camiseta. Era de esas de las que me gustaba. Con tres botones a desabrochar.
Besé cada botón que desaparecida de su lugar. Él gimió cuando mi mano se fue a su espalda. Me empotró contra la pared y me sentó encima de algo metálico y frio. Creo que estaba en algún tipo de baño... o algo por el estilo. Gemí cuando su lengua buscó mi lóbulo de la oreja.
— You’re so...
No terminó la frase. No pudo. Mi mano estaba desabrochando su pantalón. Me besó con pasión. Sin dejarme aire. Sin dejarme espacio para pensar o reaccionar. Me besó con ganas, con desesperación.
— I’ll be looking for you so long.
—You say that always, to all the girls you fuck with, not only me.
— I swear you’re the one.
A mi me importa muy poco que me lo susurrara en el oído, que dejara besos húmedos en mi cuello, que jugara con la tira de mi sujetador. Cuando se puse entre mis piernas, me apretó contra él y lamió mis labios... Perdí todo el control que quedaba en mí. No había nada. Nada que pudiese hacer.
Me miró a los ojos. Azul intenso. Le besé. Le mordí. Le quité del todo la camiseta y la tiré a algún sitio que no supe bien, bien, donde fue. Él metió sus manos bajo mi pantalón y me elevó, agarrándome a su espalda, haciendo rozar nuestros cuerpos sudorosas incluso sin empezar nada, pero habiendo comenzado un juego de caricias y murmuros silenciosos. Me enrollé a su cadera y ahí me quedé. No volví a sentir eso metálico y frio sino algo caliente y sudoroso contra la piel interna de mis muslos.
Sus manos bajaron y subieron por toda mi piel, creando susurros, jadeemos y gemidos, creando pieles de gallina por doquier si eso era posible o estaba bien dicho.
Me volvió a besar. Me besó con ímpetu. Con... no lo sé. Mi mente viajaba por todas mis terminaciones nerviosas, por todos los sitios que su piel hacia contacto con la mía.
— I... need a.... name to...
— whisper? — murmuró él riendo como si fuera un ángel
— Maybe... but... that’s... not... the...
Oh dios mio. Tocó algo. Tocó algo dentro de mí que me hizo perder la cordura. Yo escuchaba música por todos lados. Entre la canción I need a Woman que sonaba por algún lado, y sus murmuros y jadeos, estaba en el mismísimo cielo.
— Jake, Josh... I.. don’t remember... now...right... now. ..— alargó el naaaaau justo
cuando con mi pie toqué cierta protuberancia que salía de sus pantalones.
Y llegué. Llegué al máximo. Al punto donde mi cordura volvió. Y supe lo que estaba haciendo.
Él empezó a mecerse. Haciéndome sentir y desear que nuestra ropa interior no existiera. Y gemí. Alto. Fuerte. Y maldecí. Mierda
— Tengo que irme. No puedo hacer esto.
Me bajé. Cogí mi ropa, pero él fue más rápido.
— really?
— No me vengas con jodidas imbecilidades como el really? Ostias... — me quejé mientras me ponía el pantalón. No sabía donde estaba y él seguía rompiendo mis barreras con esos besos tan poco... decentes para escribir sobre mi espalda.
— Please... enjoy... — gimió en mi oreja, mientras sus labios se movían al compás que hablaba.
Me iba a matar, lo sabia. Era seguro. De combustión espontanea, o de otra cosa. Cogí mi camiseta, porque sabía que no la había tirado -menos mal que había tenido algo de cordura y la había puesto a mi lado- y me lacé hacia afuera. EL pestillo.
Mierda
El pestillo.
Intenté abrirlo y me di cuenta de que sería imposible. Empezó a jugar de nuevo conmigo. Y ahora la que no se divertía era yo. No podía hacer esto. Iba en contra de mis principios. Bueno, liarme, enrollarme. Lo aceptaba. Era joven, debía experimentar.
Debía confundirme y errar, pero ¿Esto? No. Esto no. Iba en contra de todo lo que yo luchaba por enseñar a los más pequeños.
— Stop. — le grité.
Conseguí abrir. Y salí. Corrí por los pasillos que antes no me había acordado y me choqué con alguien. Sin ponerme la camiseta.
Menos mal que estaba oscuro.
Su mano subió. No paró. Subió por mi espalda. Y de nuevo me encontré en medio de una pasión irrefrenable... aunque en este caso... Lo deseábamos los dos... aunque no sabíamos que lo queríamos.