— ¡Hombre por fin aparecéis! — nos alabó Danny,
haciéndonos una reverencia. — Ya hemos comido. Habéis tardado tanto...
Doug iba a mi lado, serio.
— Tenemos que contaros una cosa.
— Sí, — proseguí después de Dougie. — No
queremos mentir a nadie y quiero que me conozcáis cómo soy. Con mis errores,
mis fracasos...
Nos sentamos y vimos como Tom nos taladraba
con su mirada.
— Doug y yo no nos acostamos. — puntualicé.
Harry me miraba, molesto. Es normal. — La verdad fue que cometí un error por
imprudente.
— Y yo me la encontré por los pasillos, medio
desnuda, huyendo de ése error. — me
miró. — Así que la acompañé a mi cuarto. Estaba un poco desorientada. Parecía
como que estaba ida.
— ¡Pero si no la aguantabas! — se quejó Harry.
— Es decir, hemos visto como os picabais.
— Lo sé. Supongo que le di pena.
— ¿Y por eso dormisteis juntos? No quiero
meterme en estos temas, pero visto como te atacaron cuando no pasó nada,
imagínate ahora...
— Sí, — afirmó Tom, preocupado.
— Por eso os queremos contar toda la verdad. Y
que solo lo sepáis vosotros.
— Y Ortcher. — señaló Tom. — Tu mejor amiga.
— Bueno... Prefiero que sólo sepa una parte.
No quiero tener que meterla en mis asuntos.
Asintieron todos.
— Entonces, una cosa llevó a la otra y creo
que ambos necesitábamos sentirnos un poco queridos, o necesitados. Así que...
— Pero paré. Es decir, puse un límite. — se
disculpó Doug.
— sólo queremos deciros que no nos
arrepentimos. Fue genial y todo eso, pero no volverá a ocurrir. De verdad.
Se miraron entre ellos y luego nos miraron.
— Habéis sido sinceros. Eso es un punto a
vuestro favor.
— Ya. — contesté a Danny. — Y ahora, ¿podemos
comer?
— Claro, claro. — me contestó ahora Tom, como quien no quiere
la cosa, aireando la mano.
Se levantaron de la mesa y se fueron al
comedor a tomarse algo, mientras veían la televisión. Éste domingo había dado de
sí bastante...
Doug y yo comimos mirándonos y hablando de
cualquier cosa.
— Ha salido bien, ¿no? — preguntó metiéndose el
tenedor con espaguetis en la boca y manchándose de tomate.
Me reí.
— Tienes tomate en la mejilla. — y empezó a
mancharse aún más— ¡Estate quieto!
— Cierra la puerta. — murmuró mientras se
levantaba.
Eso hice y la cocina quedó en silencio completamente.
Me giré para ver a Doug y él estaba tras de mí.
— espera, que te limpio eso. — murmuré.
Me acerqué a él y le chupé la mejilla.
— Que asco... — me quejé. — Esta frio el
tomate.
— ¿quieres saber lo que no está frio? — trató
de asustarme.
— Eres un guarro.
— Lo sé. — se enorgulleció.
— que hombre este... — y miré el techo.
Le besé, largo y profundo y luego me volví a
sentar.
La puerta de la cocina se abrió en ese
instante, mientras yo bebía agua.
— Me gustaría hablar con vosotros dos. —
murmuró Tom. Un poco mosqueado
Se sentó, no sin antes volver a cerrar la
puerta.
— A mi no me engañáis. — Nos miró a ambos
intermitentemente. — Contadme qué está pasando.
— ¿Qué dices, Tom? — preguntó Doug, extrañado.
— No. A Tom no. — murmuré yo, mirando a la
mesa. Luego elevé mis ojos y me encontré con la mirada contrariada de Dougie. —
Tom no.
— Joder, Natalia. — se molestó Dougie, girándose
y tocándose el pelo.
— No ha sido solo una vez. — le dije a Tom.
— Entonces, ¿también querrás a tu mejor amiga
en esto, no? — preguntó irónico Doug.
— No empieces, Doug. — ahora me molesté yo. — ¡A
Tom no le puedo mentir! ¡Él ha confiado en mí!
— Y yo también y me has mentido.
— Bueno, pues vete, menudo problema. — murmuré
alto, poniendo los ojos en blanco.
— Aquí, la que debería irse eres tú. No es tu
sitio éste.
— Genial, mírame yéndome. — le empujé mientras
iba hacia la puerta, y cuando la abrí dos pares de ojos me miraban
sorprendidos.
— Tenéis un compañero de banda gilipollas.
Pero con todas las palabras.
Tres pares de ojos vieron como me iba. Al cabo
de diez minutos encontré la salida.
Doug vino cinco minutos después.
— Espero que esto valga la pena— murmuró
besándome. — Porque la bronca que me ha caído no es pequeña. — volvió a
besarme.
— No me gusta engañarlos. Y menos a Tom.
— ¿Crees que aceptaría esto? — preguntó
entonces. Sabiendo me respuesta asintió.
— Pero no es nada malo. Solo algunos
encuentros fortuitos. — volvió a besarme.
Yo pensaba. No era virgen. Es decir, aquella
vez, con el novio de Ortcher, mi amor de siempre, no había contado, porque no
fue para nada lo que me había esperado y para mi, eso no contaba. La primera
vez es cuando te entregas a alguien.
De todas las maneras posibles.
Y yo no
entregué nada más que mi cuerpo, carne.
Eso no contaba.
Con Dougie era
distinto.
Estuvimos dos veces al borde y él, me respetó. Y creo que ha llegado
el momento en que lo haga pro primera vez.
En que de mi cuerpo y mi alma, en que estemos, seamos uno, una fusión de todo,
con él.
— Doug, no te lo he dicho, porque creo que
nunca lo he dicho en voz alta, por miedo a el qué pensaran. — dejó de besarme. —
No soy virgen, en el sentido que piensas. Me acosté con alguien. Si eso
cuenta... Para mi, la primera vez no es cuando... cuando notas a alguien dentro
de mi— le dije, mirándole entre mis pestañas. Es cuando te entregas a alguien
de todas las formas que existen.
No dijo nada.
— Y no me importa si pasa en un lavabo, en su
cuarto de la limpieza de mala muerte o en una cama llena de pétalos y con cava.
— ¿cava?
— El champan catalán. El mejor del mundo. A lo
que iba...
Me besó. No de forma en que lo hacia. Dulce y
pasional.
— ¿sabes que te voy a quitar la pureza, no? — rio.
— ¿Sabes que la pureza que tenia me fue
arrebatada la primera vez que nos besamos de aquella manera, verdad? —reí. —
Tiene huevos la cosa... — dije en español.
— No lo he entendido, pero espero que sea
gracioso. — y luego ocupó el aire que había a mi alrededor con su olor.
Estábamos tumbados en el suelo del cuarto
desconocido en que el Doug me había dicho que podíamos ir.
Era tan acogedor,
como solitario. Incluso me gustaba con una lámpara antigua, cuca, delicada y
pequeña.
Habíamos puesto unas sábanas en el suelo y almohadas viejas estaban
alrededor de nosotros. Había incluso unos muebles y una estantería de hierro. Típica.
— Sigo pensando que, aunque por mucho que me
encante esto, — murmuré, tocando su pequeño desnudo y luego abarcando con mi mano el cuarto. — mentir a
Tom no nos hace ningún bien.
— No le hemos mentido. Hemos omitido cierta
parte de la verdad...
— ¿tu crees?
— Hombre, — giró su cara para besar mi nariz y
babearme toda la mejilla. Yo le devolví el beso. — le hemos dicho que no ha
sido la única vez. Ahora podemos confirmar eso.
Solté una carcajada y me puse encima de él.
— ¿Sabes lo raro que sigue pareciéndome esto?
— ¿Cómo no te va a aparecer raro enrollarte
con un lagarto?
— ¿No puedes decir una frase coherente? — me
molesté. — Y yo que había intentado ser seria y madura.
— Me gustas más divertida e inmadura. —
invirtió nuestra posición y me acarició la cintura desnuda. — Sobretodo cuando
no sabes que esperar.
— Nunca me avergüenzo, pero lo estas
consiguiendo. — susurré apartando su mirada.
— No es nada malo. Nos gusta lo que hacemos y
no tenemos que pelear con nadie. Es decir, ¿qué mejor que esto? ¿Una relación
de Dougie Poynter con una fan? ¿Qué haríamos si tu no querrías salir con Dougie Poynter, si no con Doug, el loco de Doug?
— Ya... — le di la razón.
— Además, solo nos gustamos. Es como un
viernes noche día tras día. Ahora completamente. — e hice un movimiento con las
cejas, sugestivamente.
Esta vez sí que me reí a gusto.
— ¿Sólo querías meterte en mis pantalones, no?
— Más o menos... — rio. — Aunque me encanta tu
cara después de hacerlo.
— ¡Pero si sólo la has vito una vez! — luego
le aparté de encima de mi y alejé sus manos. —
Y ¡Deja de hablar de eso! ¡Para mi ha sido la primera vez!
— ¡Y dónde esta, esa sonrisa de después de
hacerlo por primera vez!
Entonces pensé... No había sido mi primera
vez. En realidad, sólo me había acostado con un tío. Ni había habido te quiero’s,
ni susurros de nombres... Sólo gemidos pidiendo más.
No había sido lo que yo
esperaba.
Totalmente.
O en parte.
O un poco.
— Ahora estas pensando... — se apoyó sobre su
codo.
— Doug. — giré mi cara para mirarle. La sábana
descansaba encima de mi piel desnuda y una parte de mi pecho se traslucía. —
Tan sólo nos hemos acostado.
— Sí. ¿No? ¿No era ése el plan?
— sí... Claro, sí. — murmuré mirando de nuevo
el techo.
Y ahora es la parte en la que Natalia confiesa que esta enamorada de Tom y haces a Barbi feliz......
ResponderEliminarERES LA MÁS MEJOR!
Eliminar