Bueno… Estábamos en Inglaterra. Sí… en Londres… ¡Londres! Yo en ese momento en que te das cuenta de que has viajado sola por primera vez, en que estas en un sitio repleto de chicos y chicas de todas las edades, de todos los países y con miles de sueños en tu ciudad de ensueño, no estaba muy preparada. Solo pasaría una día, pero sería inolvidable.
— No me puedo creer que ya nos vayamos…— susurraba Ortcher desde la ventana del avión. — Ha sido tan mágico.
— Ya…— murmuré yo, mirando por la ventanilla yambieén. — Echaré de memos todo.
— Chicas, — nos llamó Johnson. — Tenemos que volver pronto.
— Y tanto. — metió vaza Sarah. — a mi no me dejais sola en Londres después de la que me liasteis.
Y es que, cuando nos metes en una casa, con un vecino tan… ingles y una ciudad tan… tan, es normal que la liaramos…. Parda.
Y no… hoy no contaré que pasó. Más bien, me saltaré todo el viaje y explicaré algo que sucedió al llegar al estudio.
Mucha gente andaba de aquí para allá. Nos tenían fuera, con una fuente de un bicho raro. Y ventanas grandes y cámaras grabando todo. Yo me escondía de ellas, ya que solo si eran de amigas hacia la tonta. En ese momento, empezaron a salir tíos de las puertas mirando desesperadamente a todos los lados. Como si buscasen algo o alguien.
Entonces, un chico, que no parecía que estuviera bien, iba como un poco mareado, se presentó de golpe en el grupo de las groupis sin neuronas.
— ¡Hi! — y las abrazó.
La chica esa que se había presentado como Cami se lo quitó de encima con una cara de asco y dijo algo así como:
— ¡eh, tío! Tus manos en los bolsillos.
Y entonces ahí fue el momento en que yo me di cuenta que ése chico no estaba mareado, sino que era deficiente mental.
El chico le empezó a hablar en inglés puso una cara como que no entendía que había hecho mal.
Ella empezó a mirarle con más asco aún y empezó a reírse y yo… No aguanté.
Ortcher empezó a gritar que qué hacía, que las dejara en paz, pero yo ya iba andando en su dirección, pisando fuerte. Se escucharon algunos grititos y se empezó a mover la gente. Veía sombras en los ventanales pero yo ya tenía mi vista fijada en un punto: Cami. De golpe se escucharon muchos gritos y las chicas se giraron todas para el otro lado saludando a algo que había en una ventana alta. Y entonces llegué donde estaban.
— ¿tienes algún problema? — me preguntó con aires “amigables”
— No sé, dímelo tú, ¿te ha hecho algo para que lo trates así? ¿Para qué te rías de él?
— Oye, tía — dijo así como apartándome y empujándome en la dirección del chico con retraso inglés. — que si lo quieres, todo para ti. No es que sea muy listo el pobre, le faltan algunas neuronas.
Uy… ahí… ahí fue cuando yo exploté.
— Mira, ¡ostras! ¡Como tú! Y ves, allí— le señalé algo arriba— sí, sí, allí. Allí están tus neuronas.
Y cuando ella giró el cuerpo para mirar dónde le había señalado, que justo era esa ventana, yo tiré el puño para atrás y le aticé un buen golpe en la nariz.
Bueno, quizás me pasé un poco porque empezó a sangrar y a hincharse y empezó a gritar y a llorar como una histérica… bueno y yo me hice polvo el puño.
— ¡¿Pero tú estás loca?! — me chilló e hice que todo el mundo se callara y se girara en nuestro lado. La gente que estaba en esa ventana alta también bajó para ver qué había pasado… o quizás lo habían visto.
— Eso por insultar, por pensar que eres más lista que este chico de aquí. — me giré y me presenté— Hey, I’m Nathie, but call me Natt or Nath. — y él me abrazó. Yo le correspondí el abrazo pero me rozó el puño, el que utilicé para atizarle el golpe a la groupie rubia esa, y me encogí del dolor.
— You’re so beautiful. — me dijo, yo sonreí,
— Y así se tiene que tratar a estas personas no como las tratas tú. — y entonces ella me pegó una bofetada.
En ese momento no supe cómo actuar y todo el mundo que estaba a nuestro alrededor se calló.
— Uh… no sabes que has hecho.
Intenté pegarle y empecé a dar patadas al aire y a llorar de la impotencia. Sí, lloro de la rabia. La gente suele decirlo, pero yo, lloro de VERDAD con la rabia. Eso de llorar y llorar…
— Eres una puta asquerosa que no vale para nada, HEY everybody, listen to me. She sucks, — y me giré con ella, todo lo que Ortcher y el chico inglés podía. Él, el chico inglés me decía que me calmara y la verdad es que estaba funcionando. Salvo que Ortcher decía lo mismo demasiado nerviosa y me ponía a mi nerviosa. — Bitch. — solté con asco.
Y justo cuando me iba a pegar, uno le dio al chico inglés y otro paró su mano otro chico con tatuajes en el brazo.
Yo me giré al chico inglés y empezó a sobarse el moflete.
— Oh… I’m so sorry, she wanted to hit me but… I’m so, so, so, so, sorry…— empecé a decirle mientras le acariciaba la mejilla.
— You’re nice, girl. You’re nice, Natt.
— What’s going on with you, girls? — dijo el chico.
Y entonces nos dimos cuenta que ese era Danny Jones y entonces, la chica prepotente llamada Cami, se dio cuenta que tenía un mano cogida.
— Danny! — gritó con acento inglés forzado.
Yo bufé y negué con la cabeza. Entonces unos brazos fuertes me cogieron y me elevaron. Giré el cuello en un ángulo raro y vi la placa de “Security”. Ya la había cagado.
El chico inglés se giró y me dijo adiós con la mano. Yo le respondí un suave “goodbye” y luego empecé a patalear durante diez segundos. Luego el tío apretó más su agarre hasta dejarme, más tarde, los dedos marcados.
— ¡Natt! — gritó Ortcher.
— ¡Ortcher! ¡Ayúdame! — empecé a lloriquear. Pronto vi como otro segurata cogía a la rubia tonta y la traía conmigo.
Empecé a llorar cuando el puño comenzó a dolerme como nada en el mundo.
Un hombre con gafas y con un carnet en la camiseta donde ponía traductor me preguntó:
— ¿por qué lloras?
— Porque, por culpa de ésa mema sin neuronas yo ahora no voy a poder tocar. — y le enseñé mi mano. — También porque me duele demasiado. Mucho. Muchísimo. A lot, a lot muchísimo. — dije sin pensar.
En ese momento entraron muchos tíos y entre ellos el chico inglés, unas cuantas chicas y los tíos de McFly. El traductor empezó a traducir.
Yo lloré aún más cuando una tía, que supongo que sería la médica del centro, por cómo iba vestida con una bata, empezó a tocarme los nudillos.
— Stop, please. — yo le dije. Ella me dijo que sabía hablar en español. — por favor, me duele mucho.
Me soltó la mano y yo me la pegué al pecho. Me limpié algunas lágrimas que caía, aunque seguía llorando.
Empezaron a hablar en inglés y el traductor iba traduciéndonos.
— Dicen que quieren saber que ha pasado antes de expulsaros.
—Muy bonito, rubia, ahora por tu falta de inteligencia voy a tener que joderme y no cumplir uno de mis sueños. — miré al traductor y le solté: —puedes traducirme literalmente, me harías un favor.
El rió, pero luego se puso serio y dijo eso en inglés. Doug rió. Los demás no. Y se llevó un golpe por reírse en esa situación.
— ¿Y cuál era? ¿Tirarte a un famoso y quedarte preñada para que te costee la vida? — ahí yo exploté.
— No, cara de ameba. Lo mío era tocar un instrumento que tiene seis cuerdas y que empieza por gui, y termina por tarra. Pero quizás ese sea tu sueño, ya que no vales para nada y si para algo vales es para hacer sentir mal a las personas de tu alrededor.
Ella clavó el tacón en mi dedo gordo del pie, y yo levanté mi pie con tan mala/buena suerte que mi bamba (unas Vans, por eso se me salieron con tanta facilidad) y terminó en su frente.
— Uy, lo siento, ¿hay alguien ahí? — pregunté acercándome a su cabeza. — Vaya, he terminado con todas tus neuronas.
— Tú, puta, vas a terminar muy mal, te haré la vida imposible. — me amenazó.
— Tú amenázame todo lo que quieras, zorra, que de aquí no sales sin un buen moratón en el ojo. Y que sepas que no lo hago por mí, sino por la gente. Aguantar a una… persona como tú tiene que ser un asco. Seguro que sobornaron a alguien para dejarte aquí.
Ella me miró con cara de… te las estas ganado. Pero luego empezó a llorar. Yo me sentí un poco mal. A lo mejor era adoptada, o no tenía padres o algo y la había herido.
— Oye, lo siento si he dicho algo sobre tu familia… — y ella rió. — pero lo de puta no te lo quita nadie.
Ella me escupió y yo me aparté aunque terminó en mi pelo.
Antes de que pudiera soltar algo, Tom chilló.
— Enough! Shut the fuck up you two!
El traductor había traducido todo literalmente. Me lo acababa de decir después de que Tom hablara.
Empezó a hablar rápido y molesto.
— Voy a decir las cosas tal y como él las dice.: No pienso tolerar ese vocabulario y esta actitud en este estudio y menos cuando pensábamos que erais buenas chicas, por eso os escogimos, así que, antes de echaros del programa y enviaros a casa, quiero que alguien me lo explique.
Las dos empezamos a hablar pero nos calló con un dedo. Le dijo a Cami que hablara.
— Pues lo que ha pasado es que esta marimacho, y quiero que traduzcas tal y como estoy hablando— miró con aires de grandeza al traductor. Éste asintió y luego me miró, yo negué con la cabeza. — Ha venido a mí, me ha dicho puta y luego me ha mirado porque estaba con el tío ese de ahí. — y señaló con la cabeza al inglés del principio de la historia. Él no le sonrió.
En ese momento trajeron sillas, yo me senté en la primera y el tío segurata me puso las manos en los hombros… como para levantarme.
A la “Cami” no, a ella le dijeron sentarse y le pusieron más cuidados que yo. Empezó a lloriquear y la tumbaron.
— Y ¿qué pasa?, ¿que yo me tengo que joder con media mano rota? — pregunté al aire.
— Dicen que hasta no saber que ha pasado, nada.
— Vale, muy bien, y ahora soy la mala. — y las lágrimas de rabia volvieron a mí.
Mi mano me dolía a rabiar y empecé a hipar cuando estaba al borde de no poder contener las lágrimas. El chico inglés por el que me había peleado vino a mí, aunque todos le dijeron que qué estaba haciendo. Él dijo: she’s my friend.
— Are you okay? — me preguntó mientras señala la mano.
Yo negué con la cabeza.
— It hurts. — le dije, levantando mi mano que tenía acunada en mi pecho y con la otra mano, la buena. — Do you think that you can bring me some ice?
— I don’t know. — hablada de tal manera que era muy sencillo entenderle. Yo le sonreí era más majo. Y eso que era súper grande, pero era como un niño cuando le mirabas a los ojos. Yo le volví a sonreír. Él me acarició la mano con muchísimo cuidado. — Thanks. You’re a good person.
— You’re welcome but I’m not a good person. Just I did what I had to do. She’s a... — y negué rápidamente con la cabeza e hice una mueca. Él rió. Luego me di cuenta que la mayoría de personas nos estaban mirando sobre todo Harry y una chica a su lado.
El señor que traducía volvió a hablar.
— Dicen que ahora te expliques tú.
Y así lo hice, no pensaba callarme nada.
— Pues… esta persona que tengo al lado, —y la miré con asco. — Él la abrazó y se presentó, pero como ella no sabe tratar con la gente, se empezó a reír…— yo hice fuerza con el puño malo y me quejé a media voz. El chico ingles pidió hielo. Venían de camino. — y yo no pude resistir y le pegué. Sé que no debía de haberlo hecho… ¡pero no visteis como le miró! — intenté levantarme, pero el segurata me lo impidió. Le hicieron una señal cuando me callé y me dejaron levantarme. — él solo pretendía saludarla y ella se mofó de él, y… Me giré a ella. Él es una persona como tú y como yo, y si quieres que te respeten, aprende a respetar a todas las personas de tu alrededor, tanto si son tus criados, tus amigas, tanto falsas como verdaderas que no creo que tengas, como si son gente como él, que son las personas más buenas que te puedes echar a la cara.
Luego me senté y me pasaron el hielo.
En ese momento, cuando el hielo tocó mi piel, grité y del dolor me puse a llorar… y luego de la impotencia.
— What’s up, Natt? — me preguntó el chico inglés. — You’re not okay?
Yo le sonreí a medias.
— Yes, yes… but… I won’t be able to play my guitar… I can’t do anything. I feel… bad. I won’t play anything. — y levanté la mano.
Él la cogió con sumo cuidado y empezó a cantar algo que se parecía a la canción, sana, sanita…. Pero en inglés. Yo empecé a reírme y al cabo de un rato el ambiente ya estaba mejor.
Pero “Cami” tuvo que estropearlo todo.
— ¿No os vais a creer lo que ésta ha dicho? ¡Me ha pegado! ¿¡Así lo vas a dejar?!
Ellos se miraron.
Empezaron a hablar y les hicieron una señal a los guardas para dejarnos libres. Yo me levanté y empecé a hablar con el chico, bueno, me corrijo, con el hombre inglés.
— Can I ask you something? — el asintió. — I wanna know your name.
— I can’t tell you my name.
Él hice un gesto con la cabeza muy mono.
— Well… I have an idea! I call you Sam!
— Sam?
— Yes, Why not? It’s a game. You can call me…
— Sophie!
— Okay, Hi, Sam! I’m Sophie.
— Hi, Sophie! I’m Sam.
Luego de darnos un abrazo, Sam se marchó con una chica. Le daba mucho cariño. Yo sonreí cuando se fueron por la puerta.
Danny habló. Luego el traductor, nos lo dijo en español, aunque yo lo había entendido.
— Dice: ahora vamos a presentarnos y seguiremos el planning del día, por la noche haremos una reunión, y mañana diremos que haremos con vosotras. Ahora podéis iros.
— Thank you. — dije yo, asintiendo con la cabeza. Luego me dirigí al traductor. — ¿puedes decirles algo de mi parte? —él asintió. — Vale, em… Acepto cualquier cosa que me digan, he hecho mal en atizarle un puñetazo, debería de haber sido una colleja o algo… Pero no pienso retirar todo lo que he dicho, sé que tengo razón.
Nos hicieron marcharnos y Ortcher estaba en la puerta esperándome. En cuanto me vio corrió todo lo que le fue permitido por más guardias y cuando nos encontramos nos abrazamos. También habíamos conocido a otra chica de España, una andaluza y ésta también vino, me puso la mano en el hombro y sonrió. Era Alba.
“Cami” fue sola hasta su grupo. Pasaron un poco de ella.
Antes de que cerraran la puerta vi al traductor hablar con ellos y luego se giraron para mirarme. Luego cerraron las puertas.
AVISO
Ésta historia también esta en formato .metroblog.com
http://causeweallfalldown.metroblog.com/
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Podeis encontrarla también en fanfiction
http://www.fanfiction.net/s/8882033/1/Cause-we-all-fall-down
Datos personales

- MsNathie
- Bueno, que os voy a contar. Soy de España, y me encanta Leer y escribir. Tengo subidos historias por Internet. No soy autora de un gran libro, y de nunguna novela, pero algo ronda por ahí. Bueno, que más deciros. He tenido muchas experiencias, unas buenas y otras malas. He tenido mucha gente a mi lado y gracias a eso he sabido ver en personas lo mucho que pueden cuidar de mi y lo mucho que saben ver en mi. Atentamente, Natt.
jueves, 21 de julio de 2011
lunes, 11 de julio de 2011
Capítulo 4
En fin, el viaje a Londres en avión fue una experiencia inolvidable. Conocimos a nuestra compañera de viaje, que venía de Andalucía, Alba. ¡Súper maja, la chica, eh! Empezamos a hablar y a hablar… y no dormimos nada en el trayecto. Bueno, al menos, yo y Alba. Ortcher se quedó dormida en una posición extraña y yo me la acomodé en mi hombro. Tras avisarnos que íbamos a aterrizar, yo desperté a Ortcher y Alba dijo que iba a hablar con otra chica, una que conoció en SC y que había ganado. Se llamaba Sarah y era de Londres, bueno, vivía en Londres. Y dio la casualidad que se había ido de viaje a ver a la familia a no sé dónde y tuvo que coger el avión deprisa y corriendo. En fin, yo seguía en mi misión de despertar a Ortcher.
— Ortcher, estás haciendo un poco el ridículo. Se te está cayendo la baba, y Tom Fletcher se está riendo de ti. Yo de ti, me levant…
Y de golpe de despertó. Se levantó todavía con los ojos cerrados. Era muy cómico.
— No tiene gracia. Es imposible que esté en este avión. Que sepas que no ha funcionado. Tan solo porque has dicho Tom Fletcher y ridículo.
Yo me empecé a reír… Bueno, vamos a ver. Reír de forma escandalosa.
Y así seguí hasta que bajé del avión. Ella se mosqueó y se fue a hablar con Alba y su amiga Sarah. Parecía que congeniaban muy bien. Fue en ese momento cuando nos dijeron que nos diéramos prisa, que teníamos que recoger nuestro equipaje. Yo lo primero que busqué fue mi guitarra y al ver una funda como la mía, la cogí. En ese momento, al ponérmela en el hombre me percaté de que esa no era mi guitarra. Y tenía cosas enganchadas… i el color era más marrón… y mi nombre no era Jonson… Y una chica súper alta, súper rubia, súper guapa y seguro que española no, me llamó. Primero lo intentó en italiano. Al ver que yo no me giraba, porque sí, me estaba llamando a mí, lo probó en francés, en inglés, ¡en almenan! Y luego ya, en español. Fue allí, cuando me dije: o contestas ahora o pensará que eres china y te has operado… entonces me giré.
— ¡Menos mal! Pensaba que hablabas otro idioma… Y eso que he probado con todos.
Yo reí.
— Sí, ya me he dado cuenta. Hola, soy Nath. O Natt… O Natalia… como quieras.
— Te llamaré Nathie.
— Me alegro de que me llames así. Erm… ¿es tu guitarra? — le pregunté al ver una funda de guitarra igualita a la…
— creo que nos hemos equivocado. — dijimos a la vez.
Reímos, también a la vez. Fue extraño.
— Sí, creo que nos hemos equivocado. — intercambiamos las guitarras. Ésta sí que era la mía. Igualmente la abrí… sí, era mi guitarra negra.
— ¡Oh!, ¡qué bonita! — susurró mirando la guitarra… bueno, un trozo de ella.
— ¿Puedo? — pregunté señalando la suya.
— Claro. — abrió la cremallera y me la enseñó. Y yo me enamoré. Me puse de rodillas y acaricié la madera. — es tan… bonita. — era marrón oscura, mate, y el mástil era… una preciosidad. De estas que ves y dices: ésta… ésta tiene su propia guitarra.
— ¿Sabes tocar alguna de McFly? — me preguntó.
Yo reí, de nuevo.
— Es lo único que toco. — ella me sonrió. — Fue con lo que empecé.
Y tal y como nos habíamos puesto a hablar, nos sentamos en el suelo, dejando claro, sitio para que la gente cogiera sus maletas y nos juntamos con el resto del grupo a esperar, y empezamos a tocar.
En ese momento las dos estábamos un poco cortadas… éramos un poco tímidas… pero en cuanto un acorde salió de nuestras guitarras nos perdimos… no sabemos cómo, pero nos pusimos de acuerdo. Tocamos That’s The Truth. Era extraño, porque no eran los mismos acordes… pero sonaba extrañamente bien. No sé cómo describirlo, era… ¿mágico? Empezaron a venir gente y más gente. De nuestro grupo, de fuera… nos mirábamos, nos complementábamos, sabíamos qué tocar y cuándo con solo mirarnos…
No sabíamos quienes había. Cuánta gente empezó a aplaudirnos. Hasta que empezó con los acordes de Not Alone. Tocamos, las dos juntas. Y yo canté… Yo canté y ella también. La gente empezó a hacer palmas, a seguirnos cuando cantábamos, a grabarnos… incluso una lloró y nos pidió una foto.
Cuando terminamos de cantar esas dos, y el grupo empezó a dispersarse y a recoger sus pertenencias para irnos, es cuando hablamos.
— ¡No sé cómo describirlo, pero ha sido fantástico! ¡Nunca me había sentido así de cómoda tocando con alguien!
— ¡Sí! ¡Ha sido genial! — y me dio un abrazo. Yo sonreí. Sonreía mucho últimamente.
Empezamos a andar y Ortcher vino corriendo, haciéndome tirar las bolsas.
— ¡Cuánto te quiero! — gritó dándome muchos besos. Yo intentaba apartala con cara de asco mientras las demás reían. — ¡¿Por qué has cantado y tocado sin mí?! — luego se giró hacia… Jonson. — Hola… encantada.
Luego se giró hacia mí.
— ¿Cómo se llama? — me preguntó en un susurró, aunque… Jonson se rió.
— Erm… Jonson.
— Me llamó Joanna, pero puedes llamarme Jonson. — y rió.
— Te llamaré Jonson. — le cogí las gafas de sol a Ortcher y me las puse diciendo: — Me gusta. — asintiendo lentamente con la cabeza.
Ellas se empezaron a reír y empezamos a andar.
Poco a poco nos fuimos conociendo. Alba era súper extrovertida, como yo. Sarah y Ortcher se llevaban de maravilla, las dos tenían un corazón de chuche y Jonson y yo no parábamos de hablar de música. Me explicó que tiene familia esparcida por todo el mundo y que por eso sabe tantos idiomas. También me dijo que conoció a una chica llamada Claudia que es de Irlanda y que también está en Super City, y que también ganó. Estaba por ahí. Y entonces… nuestro enemigo.
— Veo que ya habéis conseguido ganar puntos con LOS— si, dijo “los” — McFly, eh chicas…
Nosotras nos miramos… Ortcher dijo un: ups.
— Mierda, no te lo he dicho, hemos visto a McFly en la puerta, esperando al grupo.
— ¡Y no me has dicho nada! — le grité.
— Es que te vi tan metida en la canción…
— Reza para que no me hayan escuchado… Reza…— empecé a hacer caras raras… a hacer muecas y a parpadear los ojos como una psicópata… si como Danny.
Ellas se rieron.
— Pues deberían haberte escuchando.
— Ya, ya... — interrumpió a Alba “Cami” — me ha encantado, ha sido un momento muy chic.
Y yo: ¿qué mierdas dices de chic?
— Os presento a mi grupo. — y señaló a dos tías. Una parecía que estaba ahí por obligación. Y la otra era más tonta… o eso parecía. Todo el rato asintiendo a lo que “Cami” decía. — ella es Miriam… y... bueno y su amiga. Ya nos conocíamos, pero son de fuera.
— Pues fíjate, ¡cuánto me alegro! — ironicé. — y ahora, nos vamos.
Y me dispuse a andar. Pero alguien, mejor dicho, algo, me cogió del brazo.
— Tu solo ten cuidado con quien hablas… a mí nadie me quita mi puesto. — me susurró. Yo miré mi brazo y luego a ella.
Con dos dedos me deshice de su agarre.
— Y tú ten tus manitas bien fuera de mi vista. A mi tías como tú no me las trago ni aunque fuera mi último aliento de vida.
Se giró con aires de suficiencia. Yo la imité e hice como que me tropezaba.
Las demás sonrieron.
Al mirar hacia arriba, vi una melena rubia. Ojalá fuera un guiri que me salvaba de los babosos españoles que solo se hacen fotos a los abdominales y que no teien sentimientos. (Hay que decir que chicos normales, quedan pocos)
jueves, 7 de julio de 2011
Capítulo 3
He de avisar que algunas palabras las encontrareis en cursivas porque son tal y como la protagonista las dice, o directamente sin tilde. Ejemplo: mamá, pero si no le pones tilde queda, mama, que es como casi todo el mundo lo dice… y demás palabras que son raras, o que no están escritas bien. Ejemplo: tuper, leedlo literalmente, con la “u” y la “er”.
Después de terminar bachillerato, cuando quedan varias semanas hasta la selectividad, yo le presenté a McFly. A mí me encantaban. Los escuché, me enamoré y luego los vi. Y me enamoré aún más. Tras registrarme en su web, era de esas que veía videos cada dos por tres y que si tenía algún día malo, ponía sus covers o sus acústicos. En uno de esos videos, me salió el típico mensaje que te sale a la derecha de la pantalla con Suddenly a… y era un concurso. Yo cogí mi guitarra, me puse a tocar y gané. La discográfica SUPER RECORDS, había concedido algunos fans y no fans (los fans de McFly, SuperCity se encargaba de seleccionarlos) a pasar una semana en un estudio, aquel en el que grabaron el pasado año, y nos daban la oportunidad de grabar alguna canción. Yo no me lo podía creer como están tan locos como para llevar a tías y tíos en un estudio y darnos la oportunidad de grabar, de tocar de… todo. Así que os podéis imaginar cómo me puse cuando me enteré.
No, no os lo voy a explicar.
Va, que era broma, no os enfadéis.
— No me lo puedo creer. No me lo puedo creer… Oh, mu f***ing god, holy shit, mother of… MY GOOOOOOOOOD. — sí, no me puse a chillar como una poseída fan histérica. Si no que me pude a decir barbaridades en todos los idiomas que sabía, que no eran muchos, pero solo os pongo algunos en inglés… ni siquiera en castellano, porque si no…
— ¡¿Quieres dejar de maldecir?! — gritó mi madre desde la cocina.
— ¡Mamá! ¡Qué me voy a un estudio a grabar! ¡Yo! ¡Tu hija que no hace nada, ésa que solo ve videos y toca la guitarra!
Salí de mi cuarto y empecé a correr como una idiota, ¿no sabéis cómo? sí hombre… La escena mítica de Scary Movie… cuando están hablando en la cafetería y ella sale corriendo después de hablar con su ex que ha pasado la noche en la cárcel… bueno, pues como una tonta, levantando los brazos y todo.
Así que cuando se lo propuse a mi madre contestó:
— No, de ninguna manera.
— Pero, ¡¿por qué?! ¡Si esta todo pagado! — yo le insistí.
— Y ¿qué más me da? Yo tengo que trabajar igualmente hayas ganado o no. Así que yo no voy contigo.
— Jopetas, mamá… — hice morritos.
— Llévate a una amiga tuya, porque yo no voy contigo.
— Esta bien. — acabé diciendo. — pero que sepas que hubiese sido una gran experiencia madre e hija.
— Hija mía, — me cogió del cuello y me acercó a su pecho. Yo me acomode entre sus… boobies. — si yo te quiero, y sé que nos lo pasaríamos genial… pero entiéndeme, tengo que trabajar para costearte esas cosas como el internet, el teclado que se te rompió tirando mi zumo exprimido de la nevera y tu Universidad…
Y cuando entró con el tema de Universidad yo ya me fui y le dije: de acuerdo se lo digo a una amiga, te quiero, mama, ¡adiós! Y me fui en busca de Ortcher.
Cuando le dije que nos íbamos a “X” sitio, a un estudio de ese “X” sitio y que había sido “McFly” quien nos lo había regalado…
— No me lo puedo creer…— dijo como en una nube. Luego empezó a saltar y a chillar y a mirarse al espejo y volver a chillar y saltar y poner música y decirle a la pantalla (bueno al fondo de pantalla de Tom con sus músculos y su tattoo tan sexy) si es que amor mío, esto era el destino.
Y me tenéis que ver a mí, detrás, mirándolo todo desde un punto de vista que intentaba ser tranquilizador, positivo y no chillón… pero fracasé.
La cogí por los hombros y…
— ¡No reacciones como una… arg! ¡Es que como..! ¡ARG! — chillé yo. Ella calló. — Hombre, eso está mejor.
— Mierda…— susurró mirando el siguiente fondo de pantalla. Era Harry con su carita de niño bueno y sin camiseta. Esta tía… ¿por qué tiene fondos de pantalla de los chicos de McFly semidesnudos? Cuando pasó "x" tiempo, el fondo de pantalla volvió a cambiar a una foto de Dougie boca abajo y haciendo una extraña mueca –que yo creía que era la mejor para hacer fotos y no parecer que tuvieras la misma cara en todas las fotos- ella dio signos de vida. — No sé si me dejaran.
Entonces yo me tiré para atrás y caí de espaldas en la cama con aires trágicos y un poco de drama sobreactuado.
— Oh… santo… yo te canto… santo de… mi…— empecé a recitar. Sí, es una canción. — ¿Por qué le haces esto? Dale fuerzas, señor, ¡DAME FUERZAS!
Empezamos a reír y luego hablamos con su madre. Visto que nos íbamos a ir a vivir juntas, y… más cosas que no diré, le dejaron venirse. Sí Ortcher y yo íbamos a viajar a Londres (donde nos había concertado (ese viaje había que pagarlo, era lo malo) y de ahí a… ¡Bélgica! A esos estudios donde ellos estuvieron… y que había remodelado y en una sala súper grande íbamos a dormir veinte personas… de las cuales… ninguno era McFly… ¡qué esperabais! ¡¿Qué iban a dormir con nosotros y se iban a enamorar y todas esas cosas que suelen pasar en los fics?! Pues no, pero eso lo explicaré más adelante. Bueno, os adelanto algo… es que no sé… si a nosotros nos dieron esa sorpresa… creo yo que… Bueno teniendo en cuenta que lo organiza Super Record, Supercity tiene metido hasta el cuello en el programa y… bueno ahí lo dejo.
Tras hacer las maletas, comprarme una funda para la guitarra necesaria para esos viajes (tenía una acolchada pero no me fiaba…) y un par de cosas más. Nos encontrábamos dos horas antes en el aeropuerto de Barcelona.
Ostras, es verdad…
No he dicho de donde somos… Bueno, si he dicho Barcelona… somos de un sitio cercano a Barcelona, muy cerca ya que en menos de media hora esta en Barcelona en metro. En el centro de Barcelona.
Yo no fumo, pero en ese momento me habían venido unas terribles ganas de pedir un piti a un tío buenorro que tenía aires a Doug y que llevaba unos pantalones… y una chaqueta… y…
— Eh… que si quieres te recojo la baba y te la guardo en un tuper para luego. — me susurró Ortcher.
Hice un ruido con la boca algo así como un “Tsss” y le contesté:
— No me vas a negar que el chico no está para aliñarlo, saborearlo, comérselo y luego relamerle los dedos…
— Pero mira que eres superficial.
Yo la miré y luego nos reímos.
— ¡Me la has colado, eh, chica! — ella bromeó.
— Te he asustado, no me digas que no. — ella afirmó todavía riéndose y negando con la cabeza a mi madre que también reía. — A ver, no te voy a decir que guapo no sea, pero no por eso me voy a poner al nivel de aquellas — y señalé a un grupo de chicas hormonadas, de esas pijas que solo buscan un cuerpo, no una persona. — y a tirarme el envoltorio del chicle que se acaba de meter a la boca el tío porque le ha rozado sus labios.
— ¿Te imaginas que viene también con nosotras?
Mi madre se unió a la conversación, aunque no dijo nada todavía. Nos miramos serias.
— Esperemos que no sean groupies y que lo único que busquen es fama, sexo con famosos y esas cosas que hacen esas tías.
Yo me quedé flipando en colores con lo que mi madre soltó. Y bueno, así pasaron las dos horas de espera, hasta que nos tuvimos que separar para embarcar y demás.
— Ay, hija mía, como te voy a echar de menos. — lloriqueó mi madre.
— Mamá, que sí, que te llamaré, y si no, como tengo Internet en el móvil y habrá Wi-Fi porque en esos sitios hay, estaré en contacto siempre. Así que no empieces con: ay, hija, llámame, etc, etc, y otro largo etc.
Todos me miraron.
— ¡Qué lo digo en broma! ¡Cómo te voy a añorar, mami! —lloriqueé.
— Mamá, no es necesario que hagamos un drama como ésta. Lo que ha dicho la de mi lado y demás… Te quiero y te voy a echar mucho de menos. No me llames a no ser que sea muy necesario porque te saldrá muy caro. — y Ortcher se abrazó a su padre y a su madre y a sus hermanos… que son mis novios y mis futuros maridos (hay que decir que son más pequeños que nosotras, pero es que los veis y os los coméis… encima, les gusta McFly y son igualicos a ellos)
Total, que nos fuimos con lágrimas en los ojos y los vimos cómo se marcharon y nos dejaron muertas. Y ahí fue cuando conocimos a nuestro enemigo y diablo: las groupies sin neuronas.— ¡Hombre! ¡Veo que tú también vienes! Yo soy Camila, pero puedes llamarme Cami. Yo también he ganado el concurso. Espero que tengas más salero con los chicos que con ése de ahí. Que si no… te lo robaré ¡eh! — y se rió.
Mejor dejo para otro capítulo lo que pasó y lo que dije y lo que pasará y todas esas cosas… Porque en el estudio pasó algo fuerte… tan fuerte como para hacerme daño en la mano.
lunes, 4 de julio de 2011
Capítulo 2
Después de hablar un poquito sobre Ortcher, os voy a contar algo más sobre la casita y empezaré a explicar la historia. Esto de describir no se me da muy bien y menos cuando lo vuelvo a leer y pienso ¿por qué me habré metido en esto? En fin, ¿veis cómo me voy por las ramas? ¿La casita, no?
Vale… la casita… em… Bueno deciros que la casita/piso… No es una casa. Lo llamamos la casita porque nos recuerda a una casa. Es de esos pisos de alquiler que tiene dos plantas y terraza (sí, nos había tocado sin la terraza, pero teníamos balcón) a lo sumo tres plantas que tiene una mujer y los alquila por pisos cada planta. La nuestra era la primera de dos plantas. Y nos había tocado sin terraza… aunque nuestro balcón era “bastante” grande. Cuadrado. Incluso teníamos un césped. Al ser planta baja… no sé si os lo podéis imaginar. En fin, os adelanto que la casita no será nuestro hogar. Aaah… soy malo, lo sé, pero como dice una canción Home is where the heart is, y nuestro corazón está dividido en dos sitios. Pero es como si tres cuartas partes de nuestro hogar estuvieran en otro sitio que no voy a adelantar. Otra vez por las ramas… En fin, la casita, céntrate.
Pues eso, la casita era muy mona. No era del todo cutre. Tenía tres habitaciones la cual una de ellas era para los trastos y en caso de que alguien viniera a dormir, había colchones…. En el suelo. Las dos restantes eran nuestros dormitorios. De Ortcher y mía. Un lavabo y luego un cuarto de baño, aunque uno de ellos no iba. (No porque sea un piso nuevo y nuestros padres dijeran, vale, os vamos a encontrar un buen sitio, significa que todo sea perfecto. Que vivimos en España, señores, y la crisis todavía está palpable en el ambiente.)Lo que iba contando. Luego con muy pocos pasillos, teníamos la cocina, que era mi sueño hecho realidad. En los últimos años, sobre todo bachillerato había aprendido a cocinar algo normalito y luego algo decente y había empezado a pensar como queria la cocina. Mis padres me la concedieron y cuando me enseñaron el piso dije, me lo quedo. Y no me importó que mi puerta se atascara, que un baño no funcione o que si quiero abrir la ventada tengo que sacar medio cuerpo porque la ventana esta puesta al revés. Así que, os lo podéis imaginar, esa típica cocina con un buen mármol, una buena encimera de esas que es tan larga que puedes poner los taburetes de los bares y comer allí. Con armarios blancos y de estos que se sacan para afuera. Una nevera con dos puertas donde el agua fría nunca falta y una vitro con horno de diferentes tamaños los “fuegos”. Eso sí, me tuve que comprar todo lo necesario para cocinar, porque las sartenes y demás no funcionaban en la vitro (los antiguos inquilinos habían pedido que cambiaran la cocina. Se ve que era un desastre. Tras la obra el piso ganó mucho y por eso cuesta lo que cuesta, aunque después de lo del baño y demás… nos bajaron el precio. También porque el hijo de la mujer es el del piso de arriba y a Ortcher le echó el ojo. Ella le sigue el juego. Total, vemos chicas subir y bajar cada dos por tres y si hacer morritos y reír a chistes malos nos concede un descuente notable en el alquiler…).
Pues eso. El comedor era normal, con un mueble sencillo donde pusimos nuestra tele. Oh… La Tele. No era una tele era La Tele. Sin eso no podíamos vivir. Eso y mi equipo de música y DVD para poner el Ipod los sábados por la mañana y limpiar la casa. Todavía no nos habíamos instalado en la casa cuando empezó todo. Estábamos terminando segundo de bachillerato y nos quedaban cuatro meses de vacaciones. Sí. Teníamos después del 17 de Junio hasta el 25 de septiembre que es la prepa para a la universidad, de juerga. Así que todavía no habíamos cogido Universidad. Yo miraba y miraba cosas en el extranjero y mis padres miraban y miraban cerca de casa. (Ya teníamos el piso porque Ortcher tenía esa Universidad metida entre ceja y ceja y como una de las que mi padre había mirado estaba cerca y cuando propuse lo de vivir juntas había discutido con ellos sobre dónde estudiar… en fin un lio, pero que terminado viviendo juntas.
Tras terminar los últimos exámenes de segundo de bachillerato, empezamos a ocupar el sábado por la mañana en limpiar la casita. Íbamos quitando trozos de pared, enyesando, poniendo cosas donde hay que ponerlas, comprando cosas… De ahí viene la discusión de ¡Vete a limpiar a casa! O algo por el estilo que Ortcher me suele soltar. A veces nos había dado por dormir ahí, en el comedor, con una tele de esas pequeñas, que no son ni planas ni leches en vinagre y viendo películas ñoñas, o documentales musicales.
A Ortcher le empezó a gustar McFly cuando terminamos la selectividad. Cuando le dije que había ganado una estancia en Londres para estudiar música proporcionado por McFly en un concurso de SuperCity y podía llevar a un acompañante. Y sí, pudimos ir. Cuando la casa ya estaba recogida completamente y toda nuestra ropa (la mayoría, porque siempre que te vas de casa dejas algo en tu cuarto con la esperanza de decir: mierda, me lo he dejado en casa, y luego dices: uy que tarde, creo que me quedaré a dormir. Y duermes en tu antigua cama.
¿Y dónde me he quedado? Ah, sí, en el principio de la historia.
Vale… la casita… em… Bueno deciros que la casita/piso… No es una casa. Lo llamamos la casita porque nos recuerda a una casa. Es de esos pisos de alquiler que tiene dos plantas y terraza (sí, nos había tocado sin la terraza, pero teníamos balcón) a lo sumo tres plantas que tiene una mujer y los alquila por pisos cada planta. La nuestra era la primera de dos plantas. Y nos había tocado sin terraza… aunque nuestro balcón era “bastante” grande. Cuadrado. Incluso teníamos un césped. Al ser planta baja… no sé si os lo podéis imaginar. En fin, os adelanto que la casita no será nuestro hogar. Aaah… soy malo, lo sé, pero como dice una canción Home is where the heart is, y nuestro corazón está dividido en dos sitios. Pero es como si tres cuartas partes de nuestro hogar estuvieran en otro sitio que no voy a adelantar. Otra vez por las ramas… En fin, la casita, céntrate.
Pues eso, la casita era muy mona. No era del todo cutre. Tenía tres habitaciones la cual una de ellas era para los trastos y en caso de que alguien viniera a dormir, había colchones…. En el suelo. Las dos restantes eran nuestros dormitorios. De Ortcher y mía. Un lavabo y luego un cuarto de baño, aunque uno de ellos no iba. (No porque sea un piso nuevo y nuestros padres dijeran, vale, os vamos a encontrar un buen sitio, significa que todo sea perfecto. Que vivimos en España, señores, y la crisis todavía está palpable en el ambiente.)Lo que iba contando. Luego con muy pocos pasillos, teníamos la cocina, que era mi sueño hecho realidad. En los últimos años, sobre todo bachillerato había aprendido a cocinar algo normalito y luego algo decente y había empezado a pensar como queria la cocina. Mis padres me la concedieron y cuando me enseñaron el piso dije, me lo quedo. Y no me importó que mi puerta se atascara, que un baño no funcione o que si quiero abrir la ventada tengo que sacar medio cuerpo porque la ventana esta puesta al revés. Así que, os lo podéis imaginar, esa típica cocina con un buen mármol, una buena encimera de esas que es tan larga que puedes poner los taburetes de los bares y comer allí. Con armarios blancos y de estos que se sacan para afuera. Una nevera con dos puertas donde el agua fría nunca falta y una vitro con horno de diferentes tamaños los “fuegos”. Eso sí, me tuve que comprar todo lo necesario para cocinar, porque las sartenes y demás no funcionaban en la vitro (los antiguos inquilinos habían pedido que cambiaran la cocina. Se ve que era un desastre. Tras la obra el piso ganó mucho y por eso cuesta lo que cuesta, aunque después de lo del baño y demás… nos bajaron el precio. También porque el hijo de la mujer es el del piso de arriba y a Ortcher le echó el ojo. Ella le sigue el juego. Total, vemos chicas subir y bajar cada dos por tres y si hacer morritos y reír a chistes malos nos concede un descuente notable en el alquiler…).
Pues eso. El comedor era normal, con un mueble sencillo donde pusimos nuestra tele. Oh… La Tele. No era una tele era La Tele. Sin eso no podíamos vivir. Eso y mi equipo de música y DVD para poner el Ipod los sábados por la mañana y limpiar la casa. Todavía no nos habíamos instalado en la casa cuando empezó todo. Estábamos terminando segundo de bachillerato y nos quedaban cuatro meses de vacaciones. Sí. Teníamos después del 17 de Junio hasta el 25 de septiembre que es la prepa para a la universidad, de juerga. Así que todavía no habíamos cogido Universidad. Yo miraba y miraba cosas en el extranjero y mis padres miraban y miraban cerca de casa. (Ya teníamos el piso porque Ortcher tenía esa Universidad metida entre ceja y ceja y como una de las que mi padre había mirado estaba cerca y cuando propuse lo de vivir juntas había discutido con ellos sobre dónde estudiar… en fin un lio, pero que terminado viviendo juntas.
Tras terminar los últimos exámenes de segundo de bachillerato, empezamos a ocupar el sábado por la mañana en limpiar la casita. Íbamos quitando trozos de pared, enyesando, poniendo cosas donde hay que ponerlas, comprando cosas… De ahí viene la discusión de ¡Vete a limpiar a casa! O algo por el estilo que Ortcher me suele soltar. A veces nos había dado por dormir ahí, en el comedor, con una tele de esas pequeñas, que no son ni planas ni leches en vinagre y viendo películas ñoñas, o documentales musicales.
A Ortcher le empezó a gustar McFly cuando terminamos la selectividad. Cuando le dije que había ganado una estancia en Londres para estudiar música proporcionado por McFly en un concurso de SuperCity y podía llevar a un acompañante. Y sí, pudimos ir. Cuando la casa ya estaba recogida completamente y toda nuestra ropa (la mayoría, porque siempre que te vas de casa dejas algo en tu cuarto con la esperanza de decir: mierda, me lo he dejado en casa, y luego dices: uy que tarde, creo que me quedaré a dormir. Y duermes en tu antigua cama.
¿Y dónde me he quedado? Ah, sí, en el principio de la historia.
domingo, 3 de julio de 2011
Capítulo 1
Sí. A os aviso por adelantado, esta es una historia de chico conoce a chica. Chica se enamora de chico. Chico no se enamora de chica y Chico piensa cosas. Chica piensas cosas. Luego Chico y Chica… Y hasta ahí puedo leer.
La verdad que mi psicóloga (una de mis mejores amigas) me ha recomendado que escriba en un diario, aunque lo veo un poco tonto eso de empezar con: Querido diario, hoy me ha venido por primera vez la menstruación. Ha sido una experiencia…. Sí, soy una exagerada, ¿pasa algo?
Y también me ha dicho que lo escriba como si se lo estuviera explicando a alguien. Que no lo escriba a “Tu” ni a “mi” si no para “ellos o ellas”. Mi amiga está loca, aunque más yo por hacerle caso.
Bueno… el caso es que (¿Por qué he repetido caso en menos de dos frases? Esto se merece medio punto menos.) Como no tengo con quien hablar en este momento porque mi mejor amiga – sí, aquella que me dijo: Pues como no quieres contarme nada y veo que sospechas hasta de tu propia amigovia, hermana, mejor amiga, como quieras llamarla (ya os explicaré que significa amigovia), ahora vas y lo escribes todo en un diario, a ver si él al menos te trata como te he tratado yo durante estos años.- Ha decidido darse un tiempo para pen….
Vale, he vuelto. Adivinad quien ha venido. Sí mi amiga. Hemos hablado y… Espera… mejor será que os explique la historia desde el principio y cuando llegue la parte en que ella me grita enfadada por cosas que ahora no voy a decir, siga explicando. ¿Y sabéis qué? (aparte de decir que todo esto me parece estúpido) voy a escribirlo con una historia… Luego podré reírme y contárselos a mis hijos adoptivos ya que mi futuro novio inglés es imposible que vuelva a mi como un príncipe, cosa que tampoco quiero. Bueno me callo y empiezo.
— Que no, que yo no voy y punto. — volvió a repetirme Ortcher. — No sé ninguna de las canciones y mi madre tampoco me deja, así que...
— Ortiz,
— Uy que no utilices nuestro apodo significa algo muy malo... — me interrumpió.
— Calla y escucha. Yo te digo que te vienès y punto. Lo que me ha costado engancharte al grupo como para que ahora me digas que no. — me quejé.
— A ver, mi quería Danny pero en mujer, que no quiero. ¿Desde cuando se van a los conciertos sin saberse las canciones?
— Desde que yo fui a mi primer concierto. —La respondí sinceramente.
Ella se golpeó con la palma de la mano la frente y empezó a negar con la cabeza susurando algo parecido a: Más cabezona y no nace.
Yo me digné a mirarme al espejo y hacer muecas con la boca mientras decía: ¿quién es la más monosa del mundo?
— Natalia, sé que te gusta mucho el grupo y mira, que a mí también me gusta pero no pretenderás que en meses escuche yo siete años de carrera musical…
— Ortiz, — empecé igual que ella, con un nombre. —Me importa un pepino todo lo que digas. Si yo he sido capaz de verme en una semana todos los videos de SuperCity – ella me miró con cara de: super… ¿qué? – Tú puedes.
— Ahora mismo me has dejado un poco “gua da fak is dis” pero… Bueno tengo tiempo, ¿no?
¡Bien! Ése brillo de ojos con el que me mira sé perfectamente que me va a acompañar.
— Sí.
— Entonces ya hablaremos. Ahora lárgate que quiero escuchar “That’s the truth”.
— ¡Qué sepas que hay canciones mejores que esa! Bueno… Ahora que lo pienso… Ésa también es genial y cada vez que veo a “cierta persona” en “cierto video”…
— Lárgate… ¡Vete a limpiar la casa!
— ¡Vale, vale!
Y bueno, después de esta conversación os explico. Ortiz, como yo la llamo Ortcher – porque aunque no os lo creáis tiene el mismo corazón que Tom- que viene de su apellido, Ortiz a Fletcher, es la persona más… No sé como decirlo. Al principio en la primaria nos llevábamos… Ni siquiera bien o mal ya que yo no me hablaba con ella por ser de diferentes clases. Cuando llegamos a la secundaria, nos encontramos sentadas las dos juntas y desde ese momento no nos hemos separado. Terminamos el bachillerato y la selectividad y seguimos juntas.
La verdad que la universidad de ella – la que pensaba coger y tenía todas las papeletas para que la cogieran- y la que yo me había resignado –ya que toda mi vida estaba resumida en ir a Londres estudiar, trabajar y vivir allí- estaban relativamente cerca, casi a la mitad, del piso/casita que nos habíamos cogido entre las dos. Vale, para que engañarnos, nuestros padres más las becas nos habían ayudado. Es que cuando se haga la lotería… Si no, hubiésemos terminado en un barrio de mala muerte, en un piso sin agua si quiera. Aunque no creáis que eso significa que nos han malcriado, eh! ¡Qué nos han dicho que a partir de la pequeña ayuda en la matrícula – Ortiz sacó matricula en bachillerato y le salió la matrícula de la Universidad GRATIS, a CUALQUIERA.- de la Universidad.
Así que… ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Ortiz, la conversación y la casita.
La verdad que mi psicóloga (una de mis mejores amigas) me ha recomendado que escriba en un diario, aunque lo veo un poco tonto eso de empezar con: Querido diario, hoy me ha venido por primera vez la menstruación. Ha sido una experiencia…. Sí, soy una exagerada, ¿pasa algo?
Y también me ha dicho que lo escriba como si se lo estuviera explicando a alguien. Que no lo escriba a “Tu” ni a “mi” si no para “ellos o ellas”. Mi amiga está loca, aunque más yo por hacerle caso.
Bueno… el caso es que (¿Por qué he repetido caso en menos de dos frases? Esto se merece medio punto menos.) Como no tengo con quien hablar en este momento porque mi mejor amiga – sí, aquella que me dijo: Pues como no quieres contarme nada y veo que sospechas hasta de tu propia amigovia, hermana, mejor amiga, como quieras llamarla (ya os explicaré que significa amigovia), ahora vas y lo escribes todo en un diario, a ver si él al menos te trata como te he tratado yo durante estos años.- Ha decidido darse un tiempo para pen….
Vale, he vuelto. Adivinad quien ha venido. Sí mi amiga. Hemos hablado y… Espera… mejor será que os explique la historia desde el principio y cuando llegue la parte en que ella me grita enfadada por cosas que ahora no voy a decir, siga explicando. ¿Y sabéis qué? (aparte de decir que todo esto me parece estúpido) voy a escribirlo con una historia… Luego podré reírme y contárselos a mis hijos adoptivos ya que mi futuro novio inglés es imposible que vuelva a mi como un príncipe, cosa que tampoco quiero. Bueno me callo y empiezo.
— Que no, que yo no voy y punto. — volvió a repetirme Ortcher. — No sé ninguna de las canciones y mi madre tampoco me deja, así que...
— Ortiz,
— Uy que no utilices nuestro apodo significa algo muy malo... — me interrumpió.
— Calla y escucha. Yo te digo que te vienès y punto. Lo que me ha costado engancharte al grupo como para que ahora me digas que no. — me quejé.
— A ver, mi quería Danny pero en mujer, que no quiero. ¿Desde cuando se van a los conciertos sin saberse las canciones?
— Desde que yo fui a mi primer concierto. —La respondí sinceramente.
Ella se golpeó con la palma de la mano la frente y empezó a negar con la cabeza susurando algo parecido a: Más cabezona y no nace.
Yo me digné a mirarme al espejo y hacer muecas con la boca mientras decía: ¿quién es la más monosa del mundo?
— Natalia, sé que te gusta mucho el grupo y mira, que a mí también me gusta pero no pretenderás que en meses escuche yo siete años de carrera musical…
— Ortiz, — empecé igual que ella, con un nombre. —Me importa un pepino todo lo que digas. Si yo he sido capaz de verme en una semana todos los videos de SuperCity – ella me miró con cara de: super… ¿qué? – Tú puedes.
— Ahora mismo me has dejado un poco “gua da fak is dis” pero… Bueno tengo tiempo, ¿no?
¡Bien! Ése brillo de ojos con el que me mira sé perfectamente que me va a acompañar.
— Sí.
— Entonces ya hablaremos. Ahora lárgate que quiero escuchar “That’s the truth”.
— ¡Qué sepas que hay canciones mejores que esa! Bueno… Ahora que lo pienso… Ésa también es genial y cada vez que veo a “cierta persona” en “cierto video”…
— Lárgate… ¡Vete a limpiar la casa!
— ¡Vale, vale!
Y bueno, después de esta conversación os explico. Ortiz, como yo la llamo Ortcher – porque aunque no os lo creáis tiene el mismo corazón que Tom- que viene de su apellido, Ortiz a Fletcher, es la persona más… No sé como decirlo. Al principio en la primaria nos llevábamos… Ni siquiera bien o mal ya que yo no me hablaba con ella por ser de diferentes clases. Cuando llegamos a la secundaria, nos encontramos sentadas las dos juntas y desde ese momento no nos hemos separado. Terminamos el bachillerato y la selectividad y seguimos juntas.
La verdad que la universidad de ella – la que pensaba coger y tenía todas las papeletas para que la cogieran- y la que yo me había resignado –ya que toda mi vida estaba resumida en ir a Londres estudiar, trabajar y vivir allí- estaban relativamente cerca, casi a la mitad, del piso/casita que nos habíamos cogido entre las dos. Vale, para que engañarnos, nuestros padres más las becas nos habían ayudado. Es que cuando se haga la lotería… Si no, hubiésemos terminado en un barrio de mala muerte, en un piso sin agua si quiera. Aunque no creáis que eso significa que nos han malcriado, eh! ¡Qué nos han dicho que a partir de la pequeña ayuda en la matrícula – Ortiz sacó matricula en bachillerato y le salió la matrícula de la Universidad GRATIS, a CUALQUIERA.- de la Universidad.
Así que… ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Ortiz, la conversación y la casita.
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