En fin, el viaje a Londres en avión fue una experiencia inolvidable. Conocimos a nuestra compañera de viaje, que venía de Andalucía, Alba. ¡Súper maja, la chica, eh! Empezamos a hablar y a hablar… y no dormimos nada en el trayecto. Bueno, al menos, yo y Alba. Ortcher se quedó dormida en una posición extraña y yo me la acomodé en mi hombro. Tras avisarnos que íbamos a aterrizar, yo desperté a Ortcher y Alba dijo que iba a hablar con otra chica, una que conoció en SC y que había ganado. Se llamaba Sarah y era de Londres, bueno, vivía en Londres. Y dio la casualidad que se había ido de viaje a ver a la familia a no sé dónde y tuvo que coger el avión deprisa y corriendo. En fin, yo seguía en mi misión de despertar a Ortcher.
— Ortcher, estás haciendo un poco el ridículo. Se te está cayendo la baba, y Tom Fletcher se está riendo de ti. Yo de ti, me levant…
Y de golpe de despertó. Se levantó todavía con los ojos cerrados. Era muy cómico.
— No tiene gracia. Es imposible que esté en este avión. Que sepas que no ha funcionado. Tan solo porque has dicho Tom Fletcher y ridículo.
Yo me empecé a reír… Bueno, vamos a ver. Reír de forma escandalosa.
Y así seguí hasta que bajé del avión. Ella se mosqueó y se fue a hablar con Alba y su amiga Sarah. Parecía que congeniaban muy bien. Fue en ese momento cuando nos dijeron que nos diéramos prisa, que teníamos que recoger nuestro equipaje. Yo lo primero que busqué fue mi guitarra y al ver una funda como la mía, la cogí. En ese momento, al ponérmela en el hombre me percaté de que esa no era mi guitarra. Y tenía cosas enganchadas… i el color era más marrón… y mi nombre no era Jonson… Y una chica súper alta, súper rubia, súper guapa y seguro que española no, me llamó. Primero lo intentó en italiano. Al ver que yo no me giraba, porque sí, me estaba llamando a mí, lo probó en francés, en inglés, ¡en almenan! Y luego ya, en español. Fue allí, cuando me dije: o contestas ahora o pensará que eres china y te has operado… entonces me giré.
— ¡Menos mal! Pensaba que hablabas otro idioma… Y eso que he probado con todos.
Yo reí.
— Sí, ya me he dado cuenta. Hola, soy Nath. O Natt… O Natalia… como quieras.
— Te llamaré Nathie.
— Me alegro de que me llames así. Erm… ¿es tu guitarra? — le pregunté al ver una funda de guitarra igualita a la…
— creo que nos hemos equivocado. — dijimos a la vez.
Reímos, también a la vez. Fue extraño.
— Sí, creo que nos hemos equivocado. — intercambiamos las guitarras. Ésta sí que era la mía. Igualmente la abrí… sí, era mi guitarra negra.
— ¡Oh!, ¡qué bonita! — susurró mirando la guitarra… bueno, un trozo de ella.
— ¿Puedo? — pregunté señalando la suya.
— Claro. — abrió la cremallera y me la enseñó. Y yo me enamoré. Me puse de rodillas y acaricié la madera. — es tan… bonita. — era marrón oscura, mate, y el mástil era… una preciosidad. De estas que ves y dices: ésta… ésta tiene su propia guitarra.
— ¿Sabes tocar alguna de McFly? — me preguntó.
Yo reí, de nuevo.
— Es lo único que toco. — ella me sonrió. — Fue con lo que empecé.
Y tal y como nos habíamos puesto a hablar, nos sentamos en el suelo, dejando claro, sitio para que la gente cogiera sus maletas y nos juntamos con el resto del grupo a esperar, y empezamos a tocar.
En ese momento las dos estábamos un poco cortadas… éramos un poco tímidas… pero en cuanto un acorde salió de nuestras guitarras nos perdimos… no sabemos cómo, pero nos pusimos de acuerdo. Tocamos That’s The Truth. Era extraño, porque no eran los mismos acordes… pero sonaba extrañamente bien. No sé cómo describirlo, era… ¿mágico? Empezaron a venir gente y más gente. De nuestro grupo, de fuera… nos mirábamos, nos complementábamos, sabíamos qué tocar y cuándo con solo mirarnos…
No sabíamos quienes había. Cuánta gente empezó a aplaudirnos. Hasta que empezó con los acordes de Not Alone. Tocamos, las dos juntas. Y yo canté… Yo canté y ella también. La gente empezó a hacer palmas, a seguirnos cuando cantábamos, a grabarnos… incluso una lloró y nos pidió una foto.
Cuando terminamos de cantar esas dos, y el grupo empezó a dispersarse y a recoger sus pertenencias para irnos, es cuando hablamos.
— ¡No sé cómo describirlo, pero ha sido fantástico! ¡Nunca me había sentido así de cómoda tocando con alguien!
— ¡Sí! ¡Ha sido genial! — y me dio un abrazo. Yo sonreí. Sonreía mucho últimamente.
Empezamos a andar y Ortcher vino corriendo, haciéndome tirar las bolsas.
— ¡Cuánto te quiero! — gritó dándome muchos besos. Yo intentaba apartala con cara de asco mientras las demás reían. — ¡¿Por qué has cantado y tocado sin mí?! — luego se giró hacia… Jonson. — Hola… encantada.
Luego se giró hacia mí.
— ¿Cómo se llama? — me preguntó en un susurró, aunque… Jonson se rió.
— Erm… Jonson.
— Me llamó Joanna, pero puedes llamarme Jonson. — y rió.
— Te llamaré Jonson. — le cogí las gafas de sol a Ortcher y me las puse diciendo: — Me gusta. — asintiendo lentamente con la cabeza.
Ellas se empezaron a reír y empezamos a andar.
Poco a poco nos fuimos conociendo. Alba era súper extrovertida, como yo. Sarah y Ortcher se llevaban de maravilla, las dos tenían un corazón de chuche y Jonson y yo no parábamos de hablar de música. Me explicó que tiene familia esparcida por todo el mundo y que por eso sabe tantos idiomas. También me dijo que conoció a una chica llamada Claudia que es de Irlanda y que también está en Super City, y que también ganó. Estaba por ahí. Y entonces… nuestro enemigo.
— Veo que ya habéis conseguido ganar puntos con LOS— si, dijo “los” — McFly, eh chicas…
Nosotras nos miramos… Ortcher dijo un: ups.
— Mierda, no te lo he dicho, hemos visto a McFly en la puerta, esperando al grupo.
— ¡Y no me has dicho nada! — le grité.
— Es que te vi tan metida en la canción…
— Reza para que no me hayan escuchado… Reza…— empecé a hacer caras raras… a hacer muecas y a parpadear los ojos como una psicópata… si como Danny.
Ellas se rieron.
— Pues deberían haberte escuchando.
— Ya, ya... — interrumpió a Alba “Cami” — me ha encantado, ha sido un momento muy chic.
Y yo: ¿qué mierdas dices de chic?
— Os presento a mi grupo. — y señaló a dos tías. Una parecía que estaba ahí por obligación. Y la otra era más tonta… o eso parecía. Todo el rato asintiendo a lo que “Cami” decía. — ella es Miriam… y... bueno y su amiga. Ya nos conocíamos, pero son de fuera.
— Pues fíjate, ¡cuánto me alegro! — ironicé. — y ahora, nos vamos.
Y me dispuse a andar. Pero alguien, mejor dicho, algo, me cogió del brazo.
— Tu solo ten cuidado con quien hablas… a mí nadie me quita mi puesto. — me susurró. Yo miré mi brazo y luego a ella.
Con dos dedos me deshice de su agarre.
— Y tú ten tus manitas bien fuera de mi vista. A mi tías como tú no me las trago ni aunque fuera mi último aliento de vida.
Se giró con aires de suficiencia. Yo la imité e hice como que me tropezaba.
Las demás sonrieron.
Al mirar hacia arriba, vi una melena rubia. Ojalá fuera un guiri que me salvaba de los babosos españoles que solo se hacen fotos a los abdominales y que no teien sentimientos. (Hay que decir que chicos normales, quedan pocos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario